Diez pequeñas acciones para evitar la contaminación del mar
El pulmón del planeta, que aporta el 50% del oxígeno que respiramos, está en riesgo y la Argentina es uno de los 28 países que más lo contamina; hábitos para frenar su degradación.
Una tonelada de basura se genera cada dos segundos en la Argentina para terminar, en su mayor parte, en rellenos sanitarios o basurales a cielo abierto. Esa misma basura producida en el continente pasa luego a ser el 80% de la suciedad presente en los mares. Nuestro país figura entre los 28 países que más contaminan, según Martina Sasso, conservacionista y coordinadora del programa de conservación marina Sin Azul No Hay Verde, de la Fundación Rewilding Argentina. Siguiendo su proyección, debido a la creciente producción de plásticos y a su inadecuada gestión, y a la gran línea de costa con la que cuenta el país, el 85% de toda esa producción de plásticos terminará en el mar.
“Solo el 3% de todo el océano, que representa el 70% de la tierra, está protegido de manera efectiva”, explica la conservacionista, que en el marco de la campaña Blue Heart fue convocada por la marca cosmética La Mer, que lleva adelante desde hace 15 años para contribuir con el cuidado de los océanos y la visibilización de la importancia de los ecosistemas marinos. Para ayudar a su preservación, se desarrolló un seminario sobre el bienestar de los océanos, con especialistas del sector.
Cada ciudadano, con sus hábitos y decisiones puede contribuir a frenar la contaminación de un invisible e irreemplazable pulmón del mundo que debe mantenerse sano. A continuación, diez pequeñas cosas que pueden convertirse en hábitos y frenar una degradación crucial:
1. PLÁSTICOS. Tela, madera, cartón y papel en vez de plástico. Es posible reducir al máximo el uso del plástico, sustituyendo, por ejemplo, las botellas descartables por termos o vasos personales. Otro hábito que suma es el empleo de bolsas de tela o cajas de cartón para hacer las compras. En todo lo que se pueda, adoptar la compra a granel, llevando los propios envases. Aún abundan los envoltorios, tazas y vasos de plástico en comedores, que pueden ser sustituidos por la taza propia, los recipientes con la comida y la botella de agua traídas desde casa. ¿Cubiertos descartables? En el bolso, mochila o cartera puede haber siempre lugar para un juego de cubiertos de casa que se sacan en aquellos sitios que los ofrecen descartables. El champú en envase de plástico puede ser reemplazado por aquel que se vende a granel o en barra sólida. En el hogar, inclinarse por cepillos de dientes de madera biodegradable. Para afeitarse, usar hoja de metal recambiable. Para lavar los platos, recurrir a esponja vegetal.
2. BASURA. Evitar tirarla en los márgenes de mares, ríos, lagos, lagunas y cualquier cuerpo de agua. Recordar que aun en ciudades alejadas del mar, casi toda el agua termina en los océanos. Y hacia ellos se arrastra todo lo que haya caído o se haya tirado en otras aguas.
Los científicos determinan que la contaminación por plásticos llega hasta el aire que respiramos
3. TURISMO Y DEPORTE. En zonas marítimas, adoptar prácticas deportivas y turísticas responsables con el mar. Esto quiere decir no arrojar basura en él y respetar las velocidades máximas, para evitar accidentes con animales.
4. SOUVENIRS. De visita en ciudades marítimas, evitar comprar animales o productos provenientes del mar, como caracoles, corales o huevos de tiburones, por ejemplo.
5. APOYO. Colaborar con organizaciones que trabajan por los océanos. Puede ser mediante trabajo voluntario o por medio de donaciones. La organización One Percent for the Planet reúne a empresas de todo el mundo que se asocian y se comprometen a donar el 1% de sus ganancias. Muchas de esas empresas donan a ONG que trabajan con bosques o con el mar y sus cuestiones ambientales. Permiten llevar a cabo temas educativos y de educación científica en el mar.
6. TEMPERATURA DEL MAR. Los gases de efecto invernadero que están cambiando la temperatura del mar son un problema aún peor que el plástico: éste tiene maneras de ser controlado, mientras que la temperatura del océano no se puede corregir. Pero se puede contribuir a su prevención, aunque sea, con pequeños actos, como movilizarse en bicicleta, patineta, monopatín o caminar para no generar dióxido de carbono. El uso de medios de transporte aumenta el impacto de dicha sustancia en la temperatura del mar.
7. FIBRAS SINTÉTICAS. Otra contaminación que no es tan visible tiene que ver con la ropa fabricada con fibras sintéticas de plástico. Una vez en el lavarropas, al centrifugar, se liberan partículas de esa fibra, que pasan al desagote, de ahí a la cloaca y pueden terminar en el mar. Esas fibras sintéticas, al ser invisibles, son muy peligrosas porque las consumen los animales marinos. Para que esto no suceda, si es posible, se recomienda reciclar las aguas grises (las de la cocina, lavadero, lavaplatos, ducha y lavarropas). Habitualmente toda esa agua va a un mismo desagüe que termina en la cloaca. Si se separan y se tiran en una cisterna se pueden reutilizar. ¿Cómo? Se las canaliza por una cañería distinta y se reciclan en cisternas. Esa agua puede usarse para regar las plantas o el jardín. Así se disminuye el consumo de agua potable para regar y el volumen que se descarga a la red de tratamiento. Al tirar menos agua, es más fácil de tratar para el sistema. En el caso de la ropa con microfibra sintética, así se impide que esas fibras lleguen al mar.
8. CERTIFICACIONES. Al momento de elegir una marca o un comercio de productos marinos, optar por aquellos que cuenten con certificados que aseguren que se trata de prácticas sostenibles. En cuanto a la ropa, si es posible, elegir marcas que tienen en cuenta que la producción sea amigable con el ambiente y que el producto sea orgánico. De esta forma uno se asegura de que no emita fibras a la red de agua, que más tarde va a parar al mar. En la playa, inclinarse por productos solares que no dañen a las especies marinas. Para estar seguros de ello, fijarse que su etiquetado indique que son amigables con el medio ambiente y que no contaminan el mar.
9. EN LA PLAYA. De vacaciones o durante estadías en la playa, ayudar a limpiarla, levantando residuos que quedan al final del día, es una caricia al ambiente. Aunque no es la solución, tiene que ver con la educación y las buenas prácticas que ayudan a construir hábitos y ejemplo de cuidado del medio ambiente.
10. AGENTES DE CAMBIOS. Cada mínima acción individual suma, pero se puede intentar generar cambios también a nivel colectivo. “Se puede ser agentes de cambio generando acciones que inviten y faciliten la desplastificación de los otros. Un ejemplo es elegir un solo plástico a eliminar en nuestra vida y también en la de nuestros seres cercanos. Una vez que se logra, se puede avanzar con otros plásticos”, recomienda Agustina Besada, de Unplastify. Los expertos aconsejan tratar no de ir por el reciclado, sino por el abandono del hábito de uso de productos de plástico: el reciclado en algún momento termina en el mar. Más que reciclar, intentar reemplazar y no generar plástico.
LA NACION
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