En Zimbabwe no lloramos por los leones
La carta de un estudiante de doctorado africano proveniente de Zimbabwe ha vuelto a levantar la polémica que rodeo la muerte del león Cecil a manos de un cazador norteamericano.
Para Goodwell Nzou, la reacción de los medios y de las personas que se indignaron por la muerte del animal no solo es desmedida, sino que no tienen en cuenta un punto esencial: en Zimbabwe los leones matan a las personas.
En una carta publicada el 4 de agosto en el periódico The New York Times, Nzou, quién cursa un doctorado en Biociencias Moleculares y Celulares en la Wake Forest University, afirma que en Zimbabwe no lloran por los leones.
El estudiante que nació en Zimbabwe relata cómo recibió muchos mensajes que le daban el pésame por la muerte de Cecil y le preguntaban si el animal vivía cerca de la aldea donde se crió.
La reacción de Nzou cuando supo de la noticia fue de alegría: “Un león menos para amenazar a familias como la mía”.
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Sin embargo, pronto se dio cuenta que todas las noticias ponían al cazador como el antagonista.
“¿Acaso todos los norteamericanos que firmaron peticiones de hecho entienden que los leones matan a las personas? ¿Entienden que todo lo que se habla de que Cecil era “amado” y un “favorito de los locales” solo es un asunto de los medios? ¿Acaso Jimmy Kimmel se conmovió porque Cecil había sido asesinado o porque lo confundió con Simba de El Rey León?”, se pregunta Nzou en su carta.
El estudiante relata que en su aldea, rodeada de áreas de conservación, ningún león ha sido jamás amado o les han dado un apodo afectuoso: “Ellos son objetos de terror”.
Nzou relata que cuando tenia 9 años, un león solitario merodeaba cerca de su hogar. Después de que el animal se comió varias gallinas, unas cabras y una vaca, le advirtieron que debía caminar hacia el colegio en grupos, para no correr riesgos, y que no podían jugar afuera. Su madre y sus hermanas vivían aterrorizadas y poco después un familiar fue atacado.
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“El león le quitaba la vida a la aldea: nadie socializaba alrededor del fuego en las noches, nadie se atrevía a caminar hacia la casa del vecino”.
“Cuando mataron al león finalmente, a nadie le importó que fuera una persona local o un cazador de trofeos blancos, si fue cazado legal o ilegalmente. Bailamos y cantamos para celebrar la desaparición de la bestia y que habíamos escapado del peligro”.
“No me malinterpreten: para los zimbabwenses, los animales salvajes tienen un significado casi místico. Pertenecemos a clanes y cada clan tiene un animal como un antecesor mitológico. (…) Pero nuestro respeto por estos animales no nos ha impedido cazarlos o permitir que los cacen. (Estoy familiarizado con los animales peligrosos: perdí mi pierna derecha por una mordedura de serpiente cuando tenía 11 años)”, continúa Nzou.
El estudiante finaliza diciendo que los zimbabwenses están sorprendidos porque a los norteamericanos les importan más los animales africanos que las personas africanos.
“No nos digan qué hacer con nuestros animales cuando ustedes permiten que se cacen los leones de montaña que están cercanos a extinguirse. Y por favor no me den el pésame por Cecil a menos de que estén dispuestos a ofrecerme condolencias por los habitantes que asesinó o que pasan hambre por cuenta de sus hermanos, o por la violencia política”.
Fuente: CNN en español y The New York Times
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