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A sólo 60 días del fin del año, es hora de analizar el panorama del presente, pero con los ojos puestos en el futuro. El mapa de la caza no es uniforme: mientras algunos festejan, otros miran al porvenir con mucho temor. El destino de la caza está en juego y pocos son conscientes de ello.
Por Luis Frixione – Revista El Pato
5 de noviembre de 2025. Las palabras del prócer de mayo, Juan José Castelli, el orador de la revolución, fueron premonitorias para el sangriento porvenir de las Provincias Unidas: “Si ves al futuro, dile que no venga”. Y parece que esa frase también le cabe a la actividad cinegética de nuestro país.
El escenario de la caza argentina podría dividirse en dos grandes paisajes. No hablamos de zonas geográficas sino de mundos muy distintos: la caza menor y la caza mayor, ambas con dos con horizontes muy diferentes.
Esto lo venimos viendo desde hace varios años y lo reflejamos en sendos artículos de opinión. Pero el transcurrir del tiempo no hace más que corroborarlo. El tiempo pasa y los vaticinios se convierten en realidad.
Mientras la caza mayor gana adeptos, crece tanto en volumen como en distribución geográfica, la menor pierde espacios y cada vez es más difícil defenderla. Digámoslo más claramente: la caza menor quizás tenga los días contados.
Pero vamos por partes…
FUTURO INCIERTO DE LA CAZA MENOR
La caza menor está en serio riesgo de prohibirse en nuestro país, y las razones son muy harto evidentes
- Se trata mayoritariamente de especies nativas, por lo que cualquiera se siente en la posibilidad de solicitar su protección sin mayor fundamento científico.
- El aumento de la agricultura en detrimento de la ganadería, lo que para la perdiz resulta en la reducción de las áreas de reproducción, cría y caza.
- Los grupos animalistas, anti-especistas, proteccionistas y anti-caza en ascenso que, aunque con pocos integrantes, son capaces de gran organización, militancia y liderazgos ambiciosos.
- La ignorancia de la población urbana es proclive a aceptar los postulados e iniciativas anti-caza.
- La impotencia política e institucional del colectivo de la caza, sin organización ni liderazgos claros. Esto se manifiesta en la decadencia de los clubes, las escasísimas Federaciones provinciales, y la imposibilidad de organizar una entidad coordinadora a nivel nacional.
- El individualismo de los cazadores que los hace renuentes a sumarse a las instituciones que los representan y defienden (clubes, federaciones), imposibilitando cualquier organización en defensa de los intereses colectivos.
- La escasez de liderazgos en el colectivo de los cazadores.
- Mayor participación de los empresarios del sector que tienen la fuerza necesaria para defender la actividad.
La provincia de Entre Ríos es el escenario donde se están realizando los experimentos políticos y jurídicos que luego podrían exportarse al resto de las provincias. Allí se prohibió la caza menor durante una temporada gracias a la presentación judicial de un grupo de ONG´s animalistas, lo que probó la viabilidad de ese tipo de acciones anti-caza. Inexplicablemente, esto no despierta a los cazadores.
La caza en el centro de las miradas. Una nota del Libro del 80° Aniversario de AICACYP que no deberías dejar de leer.
La situación pudo ser revertida parcialmente al año siguiente, y luego se recuperó el terreno perdido gracias a la acción de las cámaras de operadores de turismo cinegético. Si bien se coordinaron acciones entre los empresarios de caza y las instituciones de los cazadores deportivos (clubes y federaciones), la acción no es sencilla por el nivel de inversión y esfuerzos que demanda.
La estrategia elegida por las cámaras de empresarios de turismo cinegético es sumamente acertada: demostrar con estudios científicos que patos y perdices son un recurso natural renovable, como la merluza, por ejemplo. Y, si bien los estudios son indiscutibles por la solvencia de los científicos que los llevan adelante, no alcanza a hacer mella en la opinión pública. La gente de las ciudades no quiere que se maten los patitos, ni las perdicitas. Y la presión sobre los políticos no es poca.
Si bien el colectivo de la caza ha logrado cierta articulación y acción coordinada en Entre Ríos, está lejos de ser lo necesario para la guerra en defensa de la actividad venatoria. En el resto del país, salvo rarísimas excepciones, las acciones de coordinación son mínimas.
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Ante todo, los operadores de turismo cinegético del resto del país no son como el entrerriano. Mientras unos pocos están haciendo aportes económicos muy grandes para sostener los estudios poblacionales que demuestran la sostenibilidad y sustentabilidad de este recurso natural renovable, la inmensa mayoría no contribuye al esfuerzo.
Además, sobran los pseudo-operadores que trabajan en la ilegalidad y promocionan sus productos con imágenes vergonzantes que les prometen a los cazadores extranjeros montañas de patos… algo que se vuelve en contra de todo el colectivo de la caza brindando argumentos e imágenes a los periodistas y organizaciones anti-caza.
Por el lado de los cazadores deportivos, sucede algo similar, obviamente salvando algunas diferencias: un ínfimo porcentaje está asociado a un club. Y sólo en muy pocas provincias hay Federaciones que los nucleen. Conclusión: no hay organización ni representación, salvo honradas excepciones como en Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba donde los liderazgos hacen la diferencia. Pero las bases son tan débiles como en el resto de país.
Todo lleva a pensar que el futuro de la caza menor es realmente negro, si no se logra conformar un frente sólido y organizado para defender la actividad.
OTRA PERSPECTIVA PARA LA CAZA MAYOR
La explosión poblacional de los chanchos (tanto jabalíes como cerdos cimarrones) y del ciervo axis que está colonizando casi todo el país, es el inesperado socio de los cazadores.
El pedido de declaración de plagas del sector agropecuario a los gobiernos provinciales, es el respaldo que envalentonó a los ministerios y secretarías frente a la opinión pública, oyendo a los técnicos y científicos que piden la caza control a gritos desde hace décadas.
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Los gobiernos provinciales son claros en las conversaciones off the record. “Ni sueñen con la caza menor, sólo nos interesa que nos ayuden a matar chanchos”. Y de eso se trata, ni más ni menos.
Los exiguos presupuestos de los Ministerios y Secretarías les hacen imposible asumir planes ambiciosos de control de cerdos y axis, por lo que han flexibilizado las normativas para convocar a cazadores a disfrutar de lo que más les gusta: cazar. Y todo hace parecer que los cazadores serán los que hagan el trabajo que necesita el sector agropecuario.
Por lo que parece, el futuro de la caza mayor es mucho más auspicioso que el de la menor, aunque no por virtud propia sino por una fortuita coyuntura favorable.
Ojalá las palabras de Juan José Castelli no sean una profecía.
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