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Salida de caza por el sur de la Provincia de Buenos Aires.
1 de Julio de 2025. Hace ya mucho tiempo, algo más de 50 años, aún en la escuela secundaria, un compañero me invitó a cazar al campo en que trabajaban sus primos. Desde luego acepté sin pensarlo medio segundo. El destino era Juan N. Fernández, un pequeño pueblo en el partido de Necochea.
Éramos menores de edad, no teníamos auto y el tema era cómo llegar. Luego de varias consultas optamos por el tren desde Constitución hasta Quequén y allí veríamos como seguir. La mejor opción fue ir a dedo por la ruta 86. Qué locura viéndolo desde hoy, pero era 1973 y éramos adolescentes. La referencia era la primera tranquera luego de pasar el puente blanco, pero ¿cuál era el puente blanco? Ese era otro tema.
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Finalmente llegamos a destino, un hermoso campo que prometía buenas perdices. Los primos de mi amigo estaban a punto de salir con los tractores a trabajar, por lo que nos dicen que solo demos una pequeña vuelta por el parque, que al día siguiente nos llevarían a los mejores lugares. Cosas que hoy parecen increíbles, el cupo por día y cazador era de 25 perdices, cupo que cumplimos en un par de horas en el parque- ¿Cómo sería en los buenos lugares? pensamos.
Durante muchos años repetimos los viajes a este sitio. Ya no en tren pero siempre al mismo lugar. Allí hicimos nuevos amigos y conocimos más gente que con el paso del tiempo se hicieron grandes amigos. Varios de ellos partieron y fuimos dejando de ir, pero Juan N. Fernández siempre estuvo en mi mente con grandes y hermosos recuerdos.
La salida del 2025
En una reunión reciente con mi amigo Hugo Fantoni, me comenta que se ha mudado a un pueblo llamado María Ignacia Vela, bastante próximo a Juan Fernández y allí surgió la propuesta de intentar una salida en mi antigua zona de caza.
Me pongo en contacto con un viejo amigo del lugar quien nos dió acceso a varios lugares y nos consiguió alojamiento. Juan Carlos Pontacq, hoy mayor en la policía y un niño cuando lo conocí en aquella época.
El me comenta que ya no es lo mismo, antes se veian muchas copetonas y hoy casi ninguna, la caza comercial de liebres redujo muchisimo la población y los cultivos intensivos hicieron que la población de perdices también se viera reducida. De todos modos con buenas piernas y mejor puntería, además de un buen perro, el escueto cupo actual es posible lograrlo.
Afortunadamente también ha cambiado, al menos en mi cercano grupo de amigos, el concepto de una buena cacería. Hace años, una buena cacería era lograr una cogotera llena de perdices, hoy es pasar un excelente día de campo con amigos, hacer un buen asado, compartir un mate y cazar media docena de perdices, además de disfrutar del trabajo de un buen perro de muestra.
Siempre recuerdo una se las máximas de mi maestro, el recordado Rodolfo Perri, que siempre me dijo que el verdadero cazador debe pasar por 3 etapas: la primera es la de depredador, la segunda es ser cazador y la tercera es convertirse en conservacionista, que nada tiene que ver con esa ola actual animalista. Un verdadero conservacionista debe saber qué cazar, cuánto cazar, y cómo cazar.
La real caza y bien regulada ayuda a la protección de las especies y no a la súper población como ocurre hoy en distintos lugares con varias especies.
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¡Cómo disfruto hoy salir al campo con mi cachorra Drathaar y tirar media docena de tiros en compañía de un amigo!. En este viaje me acompañó también mi ahijado Marcos con su perrita. Ambos se mueven muy bien y el nobel cazador hace honores a su estirpe teniendo muy buenos aciertos.
Otro motivo de charla fue recordar las herramientas del pasado y las actuales. Hace 50 años yo utilizaba una escopeta Centauro plegable calibre 16 y ni idea de que chocke tendría, que con cartuchos Dos Leones de 36 gramos y munición 5, pegaba un 35 o 40 % de los tiros. Actualmente uso un calibre 12 y cartuchos de 24 gramos con munición 10. Muchos amigos se ríen, pero ahora pego un 90% de los disparos. Agreguemos que en todos estos años algo más aprendí a tirar.
Como decía antes, a pesar de un clima horrible, nublado, ventoso y con lloviznas y de no haber cazado lo que esperábamos, pasamos unos días espectaculares con viejos y nuevos amigos y unos fiambres que trajo Hugo desde Tandil que fueron el motivo de ya acordar una nueva salida en busca de revancha, que espero relatar a corto plazo.
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MANUEL ORUE
SIIIIIIIIIIIII. UN ABRAZO AUNQUE NO LO CONOZCO PERSONALMENTE. Desde que vine a Mar del Plata por reubicación docente (hace 25 años) dejé de ir a cazar. Mucho trabajo hasta mi jubilación y no conocer a nadie se complotaron para suspender esta maravillosa actividad que, entre otras cosas, forja grandes amistades y como usted dice, cuando jóvenes somos depredadores (no tanto pero bueno, vale. En todo caso predadores se ajusta mejor me parece), de adultos cazadores y ahora, a mis 76 años, me considero un conservacionista. Oriundo de Punta Alta, donde integraba un inolvidable sector de la sociedad que hoy guardo entre mis mejores recuerdos (el Tiro Federal, la peña Los 40, la peña Estómago de Fierro, “Mingo” Imbesi y sus consejos, los Unamuno, Durán, Pablito Forte y el club de Cazadores Diana, y tantos que se me hace imposible poder tan sólo mencionarlos, y, por supuesto, mi gran amigo de aventuras en los campos, Armando Petit, que por esas cosas de la vida se lo llevó el maldito COVID). Aquí, entre mis compañeras/os docentes, tuve el privilegio de conocer a una maesta y su esposo que eran oriundos de JUAN N. FERNANDEZ ¡Qué placer escuchar sus comentarios!. Nunca pude ir para allá como le decía por el trabajo, Pero vive en mi imaginación el anecdotario aprendido. No quiero aburrirlo con mis cuitas de viejo, pero desde ya lo felicito por su historia, por la gente y por el lugar. Me ha alegrado el día. Gracias.