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Según la investigación, a partir de los 10 años de edad, estos cérvidos aprenden a evitar a sus predadores humanos moviéndose y desplazándose a terrenos más inaccesibles. Además, los científicos han descubierto que el mamífero es capaz de diferenciar entre un arco y un rifle, adaptando su forma de protegerse a las distintas temporadas de caza.
6 de junio de 2025. La presión que los humanos ejercen sobre la fauna silvestre no solo genera impactos poblacionales, sino también adaptaciones sorprendentes. Un estudio publicado en 2017 por PLOS ONE demostró que las hembras de alce (Cervus elaphus), aprenden a evitar a los cazadores a medida que envejecen, modificando sus hábitos de movimiento y eligiendo hábitats más seguros.
El equipo de investigación, liderado por el ecólogo Henrik Thurfjell, valoró dos hipótesis para explicar este hecho: en una, los cazadores eran los que decidían matar a un mayor número de alces jóvenes y en la otra, estos animales aprendían en su madurez a huir de su mayor enemigo.
Para averiguar que suposición era la correcta, los expertos colocaron un radio-collar a 49 alces hembras –con un rango de edad de entre 1 y 18 años en el momento de captura– para rastrear sus movimientos durante un periodo de dos a cuatro años. Eligieron a las hembras debido a que son más gregarias y viven más de 20 años.
Los datos examinados incluían la distancia recorrida y el tipo de terrenos por los que se movía el rumiante. Además, los científicos estudiaron el comportamiento de cada cérvido para observar el proceso de aprendizaje en sus diferentes etapas vitales.
El aprendizaje, clave en la supervivencia
Los resultados obtenidos muestran que la segunda hipótesis es la correcta: los alces mayores modifican con el paso de los años sus desplazamientos para huir de los cazadores. Con estas estrategias los investigadores prueban que, además de la selección natural y la de la caza, el aprendizaje social también desempeña un papel importante en la supervivencia de los ciervos canadienses.
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A medida que se suceden las diferentes temporadas de caza, los alces van mejorando su capacidad para esconderse, destacan los expertos. Así, optan por estrategias como moverse menos o establecerse en bosques densos y terrenos escarpados de difícil acceso para el hombre.
En el trabajo, también se ha descubierto que los alces más adultos se desplazan con mayor frecuencia a lugares más pedregosos y con pendientes pronunciadas en la temporada de caza con arco que en la de rifle. Los científicos creen que esta especie de ciervo podría haber desarrollado la capacidad de diferenciar entre ambas formas de caza para protegerse.
El estudio podría tener implicaciones para aquellas personas que intentan imponer comportamientos en los animales través del aprendizaje. Así, los investigadores señalan que los más mayores podrían evitar cambiar sus conductas.
En definitiva, este trabajo aporta una perspectiva sobre la relación entre el ser humano y la fauna silvestre que pocas veces se había planteado. Comprender estas dinámicas es vital para una gestión más equilibrada y ética de la vida salvaje.
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