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Augusto Burone Risso, instructor de ski y snowboard, nos cuenta su experiencia personal y cómo es el estilo de vida que muchos argentinos eligen, de invierno en invierno.
10 de febrero de 2025. Viajar y esquiar. Nada más y nada menos. Parece un sueño pero es posible. Augusto Burone Risso es argentino, y desde los 20 años trabaja como instructor de esquí y snowboard en centros de distintas partes del mundo. Una profesión que lo llevó a países como Estados Unidos, Chile, Nueva Zelanda, Australia, Japón y Lesoto, en África, donde también compitió en Freeride y en Ski Alpino. En esta nota cuenta su experiencia personal y cómo es el estilo de vida que muchos argentinos eligen, de invierno en invierno.
-Contanos un poco de dónde sos y cómo fueron tus comienzos.
-Soy de San Fernando, provincia de Buenos Aires, y la primera vez que esquié fue en Bariloche en el viaje de egresados. No era tan chico, pero para entonces había competido en varios deportes: fútbol, atletismo, artes marciales y tenis. En tenis fue en lo que más competí, desde los siete u ocho años hasta los quince. Competía en torneos metropolitanos y a nivel nacional también. De esto hace tiempo ya. Soy de la misma camada que “Pico” Mónaco, para que te des una idea, es decir, camada ’84. Pero, bueno, haber hecho deporte toda mi vida hizo que al esquí le agarrara la mano bastante rápido, dentro de todo.
-Y cómo llegaste a ser instructor
-Cuando tenía veinte años y estaba en la facultad, me enteré por unos amigos sobre la posibilidad de ir a trabajar a centros de esquí en Estados Unidos, con una visa llamada J1, que es casualmente para estudiantes universitarios. Te vas allá a trabajar la temporada de invierno durante lo que es nuestro verano. Yo empecé en un centro chiquito, medio ignoto, acá en Colorado, que se llama Granby Ranch. Me dieron una semana de entrenamiento y arranqué a dar clases a chicos; principiantes más que nada ese primer año.
-Y te certificaste…
-Sí. Volví a ese mismo lugar la temporada siguiente e hice el curso de instructor, tanto de esquí como de snowboard, de la asociación de instructores de Estados Unidos (PSIA). Terminé el primer nivel esa temporada. Como la mayoría de las asociaciones, el sistema de acá tiene tres niveles, siendo el nivel 3 el más alto. Y después uno puede seguir haciendo carrera como entrenador o examinador. Pero ese nivel 1 ya me permitió conseguir trabajo en Bariloche y empezar a hacer doble temporada de invierno. Es decir, la del hemisferio norte y sur.
Hoy en día tengo el nivel 3 de esquí, y de hecho también soy entrenador. En el centro de esquí en donde trabajé en California, además de dar clases, me dedicaba también a entrenar y a formar a los instructores nuevos, muchos de ellos argentinos, que empezaban, tal como había empezado yo, con la visa J1.
A esquiar por el mundo
-¿Qué otros países conociste gracias al esquí?
-Bueno, la temporada que siguió a la de Bariloche volví por tercera vez a este centro en Colorado y cursé el nivel 2 de esquí. Con eso ya conseguí trabajo en Nueva Zelanda, en donde hice tres temporadas en total. Y de ahí me surguió el contacto para irme a trabajar a California, a un centro de esquí en Lake Tahoe, que fue mi lugar fijo en el hemisferio norte durante ocho temporadas. Y así me fueron surgiendo contactos, amigos que conocía y me invitaban. Por ejemplo, un amigo sudafricano que conocí en California me comentó acerca de un centro de esquí en Lesoto, África, y me fui para allá a hacer temporada. Después trabajé en Portillo, en Chile, un par de temporadas. Hice una temporada en Niseko, Japón, que era algo que quería hacer porque siempre veía cómo nevaba en las películas. Y después también hice una temporada en Australia.
-¿Y qué tal trabajar en África?
-Diferente, jaja… Una experiencia única. La pasé muy bien, de verdad.
-Y ahora trabajas en Aspen…
Sí. Llegué acá casualmente por intermedio de unos amigos que hice esa temporada en África, una pareja de instructores de snowboard que trabajaban acá hace tiempo.
-¿Cuáles son las diferencias principales entre Aspen y los centros de esquí de Argentina?
-Bastantes. Aunque no lo creas acá en enero se llena de argentinos. Argentinos y brasileños. La diferencia principal es que si vos venís a esquiar una semana acá a Aspen y te tocan malas condiciones de nieve, decís “¡qué mala suerte!”. Y por el contrario si vas una semana a Bariloche y justo te tocan condiciones de nieve óptimas, decís “¡qué buena suerte!”. Esa sería la diferencia principal. Y depués la infraestructura y el servicio. Acá está todo un poco mejor organizado, desde los medios de elevación, que son más modernos, hasta los hoteles con pileta climatizada ubicados a los costados de las pistas. Es eso, es la comodidad que te brinda este lugar por lo que la gente viene tanto acá.
-Vos, además de ser instructor, has competido. Contanos cómo fue esa experiencia.
–Competí principalmente en Freeride y Ski Alpino. En Nueva Zelanda competí por primera vez en Freeride, en 2015, en el circuito del Freeride World Qualifier, que son competencias que te dan puntos para el Freeride World Tour. Después, en Estados Unidos competí por primera vez en Ski Alpino, en competencias de Nastar, que son carreras que se hacen en la mayoría de los centros estadounidenses. Ahí clasifiqué con medalla de oro para competir en el Nastar National Championship en 2018, que justo se hacía donde yo trabajaba, en Squaw Valley, California. Y ese año lo gané. Al año siguiente, 2019, se volvió a hacer ahí mismo, me volví a anotar y salí segundo, con medalla de plata. Así que metí dos podios ahí. Durante el invierno de 2018 participé como en seis competencias de Freeride en Argentina y Chile y quedé número 6 de Sudamérica en el ranking de Freeride World Qualifier. Creo que en el puesto 83 en América. Y al año siguiente terminé noveno en Argentina, en el mismo ranking.
-Muchas experiencias. Lo que empezó un verano se transformó en un estilo de vida…
-Para mí el esquí fue un viaje de ida. Dejé la facultad, no me gustaba nada esa vida de viajar en tren a Capital… Y me dediqué de lleno a esto. Mi meta era tener un título universitario para ganar lo suficiente para poder irme de vacaciones a esquiar en otros lugares. Pero yo ya estaba haciendo lo que realmente quería hacer: viajar y esquiar. Lo hacía todo el año y encima podía tener un ingreso. Así que seguí. Conocí un montón de lugares que no hubiera conocido probablemente. Ya hace muchos años que me dedico a esto y no me arrepiento.
-¿Qué expectativas te quedan a futuro?
-Algunas. Más que nada en el plano profesional. Esta temporada estoy haciendo el curso de especialista en niños, que es otra certificación que ofrece PSIA (“Children Specialist 2”, así se llama en inglés). Y tuve un par de entrevistas para ingresar en la Aspen Academy como entrenador oficial de Aspen, para desempeñar un poco el rol que tenía en California acá también. De momento eso. Y después… veremos. Paso a paso.
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