La bestia gris.
El más grande de los antílopes, realmente enorme e imponente, y tan formidable como desconfiado, es capaz de dejar un recuerdo imborrable en el cazador más pintado. Por Alejandro García para revista Aire Libre.
En 1977, a mis 14 años, comencé a trabajar en la famosa Casa Sabadotto, una clásica firma de la caza y pesca rosarina que hoy ya no existe. Y lo hice hasta el 2000, cuando arranqué con la idea de tener mi propio negocio, cosa que concreté en plena crisis del 2002. Así nació mi armería El Álamo, que este año cumple 17 años pero para mí serán 42 “pirulos” en el ramo… toda una vida en esto.
Luego de tantos años sirviendo a cazadores, de cazar con mi hijo y con los amigos, en 2016 acepté la invitación muchas veces repetida de la gente de FACOCERO HUNTING SAFARIS: Gustavo y Lambert venían insistiendo que los acompañara a Sudáfrica y no pude resistirme más. Ese fue mi primer safari en el mítico Continente, verdadero paraíso para los amantes de la caza mayor.
En 2018, nuevamente me invitaron y volví a esa tierra de ensueño para compartir otra cacería con ellos y otros clientes-amigos. Pero esta vez para toparme con un trofeo formidable, tanto por su tamaño como por sus esquivas costumbres: el más grande de todos los antílopes.
Un trofeo muy particular
El eland (Taurotragus oryx) es una especie de antílope de gran tamaño con un llamativo parecido a los bóvidos (vacas y búfalos), el mayor de todos los antílopes existentes en el planeta.
La caza en el centro de las miradas. Una nota del Libro del 80° Aniversario de AICACYP que no deberías dejar de leer.
Tiene una característica y gran papada en el cuello que le ayuda a disipar el calor corporal, puesto que habita zonas de altas temperaturas. Y, al igual que el camello, posee otra adaptación a las tórridas áreas donde vive: puede aumentar la temperatura corporal para impedir la sudoración y así evitar la deshidratación y la pérdida de líquidos. Como se ve, es una animal sorprendente.
Las hembras llegan a los 500 kilos, pero los machos son más grandes alcanzando fácilmente los 800, aunque pueden acercarse a la tonelada. Tienen cuernos retorcidos y espiralados, terminados en una punta afilada, y la piel es realmente hermosa de pelo corto color gris claro.
La caza de mi gigante
Un macho grande y viejo debía ser eliminado, y Lambert dio la autorización para su caza dándome el privilegio de encargarme de eso. Entonces Gustavo Engel, su representante en Argentina, asumió personalmente la tarea de oficiar como mi guía, para lo cual comenzó la ardua y lenta tarea que nos condujo al logro de este monumental trofeo.
Durante varios días estudiamos los movimientos de la manada, que más de una vez se confundía con otras de la misma especie. Aprovechábamos cada salida de caza del resto de los cazadores para seguir el pulso de este animal, también recibíamos el reporte de los otros guías cuando se lo cruzaban en el campo, hasta que pudo determinarse que apostadero daba mayores probabilidades para su caza.
Fueron varios los días de búsqueda y el safari se acercaba a su fin, encontrar al viejo macho era más difícil de lo que esperábamos. Pero gracias a Dios, sobre el final de la apostada del penúltimo día, se nos dio la oportunidad que esperábamos: luego de tanta espera, una manada de Elands apareció lentamente en el charco donde estaba el abrevadero. ¿Sería el grupo de nuestro buscado trofeo?
Gustavo y yo aguardábamos en silencio absoluto escondidos en el apostadero, y las primeras hembras aparecieron lentamente. Luego las siguieron algunos machos jóvenes, pero nosotros manteníamos tanto el sigilo como la fe… y finalmente, un viejo macho apareció lentamente.
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A Gustavo pronto le pareció que era el nuestro, pero allí no se pueden tomar decisiones apresuradas, de manera tal que esperamos hasta poder mirarlo con absoluta claridad e identificarlo con total seguridad. Esos instantes son los más difíciles para el cazador, donde la adrenalina fluye descontroladamente por todo el cuerpo, pero hay que controlarse porque cualquier error puede costar muy caro.
Los dos mirábamos con atención usando los prismáticos hasta que Gustavo identificó positivamente al animal por una pequeña y vieja herida en la paleta, y susurrando me dijo: “es este… agarrá el fusil lentamente sin hacer ruido”.
Ver esa mole acercarse es sobrecogedor, y reprimir los impulsos es un esfuerzo sobrehumano. Con una seña Gustavo me dio la orden que prepare el fusil, y me dispuse a apuntar y quité el seguro… yo ya estaba listo.
Sin sacarse los prismáticos de la cara, Gustavo observaba esperando el momento justo: ningún otro Eland de la mandada debía estar delante ni detrás pues se debe evitar cualquier accidente que signifique herir a otro animal. Tampoco ramas o arbustos que puedan desviar el proyectil, cosa que pasó a más de uno en el viaje y que puede significar un impacto en un lugar no deseado, lo que significa una larga e improbable búsqueda posterior. Y, por supuesto, también había que esperar que el trofeo se coloque de manera tal que permita un tiro limpio.
Acá quisiera hacer un breve paréntesis: todo este protocolo previo al disparo es práctica común en África y los guías profesionales son muy puntillosos en esto: una correcta identificación del trofeo (calidad, edad, sexo, etc.), seguridad absoluta de no dañar a otro animal de manada (hay que recordar que casi todos los antílopes son animales muy gregarios) y esperar a que el animal se coloque en una postura que asegure un impacto letal. Esta práctica habla de la absoluta profesionalidad de los guías y la seriedad con la que se toma el trabajo en el turismo de caza, que Sudáfrica es un ejemplo mundial… y que debería imitarse en nuestro país.
Pero volvamos a la cacería: luego de minutos que me parecieron horas (y largas horas), Gustavo me dio la autorización de disparar y así lo hice: un tiro prolijo a la paleta. Pero el potente .375H&H no fue suficiente para esa mole de más de 800 kilos… y el macho salió corriendo junto a toda la manada que se desbandó con el estampido del disparo.
Esperamos los rastreadores y lentamente seguimos el leve goteo de sangre. Es realmente increíble la resistencia de ese enorme animal capaz de soportar tremendo impacto de un calibre tan eficaz como ese. Estaba seguro de haber pegado bien, pero con estas bestias nunca se sabe…
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El trabajo de los rastreadores nativos merece un párrafo aparte: es admirable observarlos seguir un rastro, muchas veces sin sangrado, siguiendo las huellas de un individuo entre 10 o 20 animales más de la manada. Realmente son envidiables esas habilidades de cazadores tribales, seguramente transmitidas de generación en generación desde tiempos inmemoriales… algo que maravilla a todos los argentinos que visitan África.
Luego de unos 500 o 600 metros pudimos encontrar a nuestro Eland herido pero quieto entre el ramerío espeso. Hicimos otro disparo con el .375 pero volvió a la carrera, por lo que tuvimos que tirar nuevamente para frenarlo y rematarlo. Realmente sorprendente la resistencia de estas moles.
Luego de tanta tensión y ansiedad, finalmente pudimos sacarnos las deseadas fotos. Y cuando llegaron las camionetas a buscarnos celebramos con todo el grupo que viajamos juntos: cuatro cazadores del sur de la provincia de Santa Fe.
Finalizada la sesión de fotos que ilustra la nota, y como es de rigor, me preguntaron cómo deseaba el trofeo: ¿Querés cráneo y alfombra o taxidermia?… por unos segundos me imaginé el Eland engalanando el local que pronto inauguraremos y contesté sin titubear: taxidermia… este va a la pared del negocio nuevo.
Seguridades
Lo bueno de estos safaris es que está todo asegurado: te van a buscar al aeropuerto para el traslado al coto que dista a 500 kilómetros al norte de Johanesburgo, la gastronomía es excelente, las habitaciones del lodge son amplias y lujosas, servicio diario de lavandería, préstamos de rifles y municiones sin costo.
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Y lo más importante, está dirigido por alguien que habla perfecto español como Lambert (y que conoce muy bien a los argentinos porque los atiende hace más de 20 años y visita periódicamente nuestro país). Además Gustavo está presente, de manera tal que no sólo se elimina cualquier barrera de tipo idiomática, sino que también está asegurado el permanente asesoramiento y la solución de todos los problemas que pudieran surgir.
Hace muchos años que mis clientes viajan con Gustavo, y yo pude constatar que esto es más sencillo y accesible de lo que se piensa. Yo mismo lo verifiqué en 2016 y 2018.
A modo de cierre
Para finalizar, no puedo evitar dos últimas consideraciones que no son más que reiteraciones: la emoción y el agradecimiento. La vibración, agitación y pasión que se vive cada trofeo en África es verdaderamente indescriptible… mucho más cuando se trata de un animal como el emblemático Eland. Un safari africano es una experiencia emocionante e inenarrable para todo apasionado de la caza, algo que aconsejo a todos… se trata de cumplir un sueño. Finalmente, agradecer a Gustavo y a Lambert, no sólo por sus invitaciones sino también por atender tan bien a mis clientes. Trabajar con ellos es una tranquilidad.
AGRADECEMOS A:
- FACOCERO HUNTING SAFARIS
- Lambert Van Straten por la invitación a su coto en Sudáfrica y su cálida hospitalidad
- Gustavo Engel representante en nuestro país de Facocero Hunting Safaris (0341) 156 911047 (0341) 4649572 – 4611543 gustavoengel@facocerosafaris.com.ar
- Las Colonias Distribuciones por su apoyo permanente
- Indumentaria Libertad por vestirme en el safari
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