He sacado mis mejores conclusiones en una lancha.
Por Cosme Trapazzo para INFO AICACYP 36 – Junio 2010. Ya sea en la Santa Fe de sus amores, Entre Ríos, Cancún o Calabria, no hay destino al que la estrella de la NBA y la selección de básquet no lleve su pasión por la pesca. A poco del mundial en Turquía, el alero comparte anécdotas y hasta ríe de algunos compañeros de la “generación dorada”.
Todavía Carlos Delfino está en plena etapa de playoffs de la NBA, la cumbre del básquet mundial. Una mueca de alegría se dibuja en su rostro mientras teclea en la notebook. No lo puede evitar. Está compartiendo con el Info Aicacyp anécdotas de su pasión por la pesca. Los Milwaukee Bucks atraviesan una dura serie contra los Atlanta Hawks, que en pocos días más los dejaría fuera de la competencia. El sabor amargo de cualquier derrota, sin embargo, no empañará la gran temporada del alero en Estados Unidos, ni mucho menos los días de pesca que disfrutará durante el receso en nuestro país, antes de embarcarse en agosto rumbo a Turquía, detrás de otro sueño mundialista junto a los compañeros de la “generación dorada”.
“El lancha” nació en Santa Fe, donde empezó a seguir a su padre, también basquetbolista, tanto en la cancha como en el río. Precoz profesional, enseguida encontró el relax con una caña en la mano, en un bote con la familia y los amigos. “Lo empecé a tomar como un momento de relajación, de pensar en otras cosas, de disfrutar buenos momentos lejos de todo”, responde Delfino, a quien muchos llaman “Carlitos” dado que es la quinta generación de Carlos en su familia. Debutó en Unión de Santa Fe y también defendió los colores de Libertad de Sunchales. Con solo 17 años decidió emigrar a Italia, donde jugó en el Viola Reggio de Calabria y brilló para el Fortitudo Bologna. Fue el primer argentino elegido en el draft de la NBA en 2003, por los Detroit Pistons. De allí, pasó a Toronto Raptors, y más tarde volvió a Europa, a jugar la superliga rusa. Regresó a norteamérica y hoy tiene contrato por tres años en los Bucks.
Reconoce que los autos le gustan “más que la pesca”, porque “los tiene en cualquier lado”. Como sea, en casi todos los destinos que recorrió gracias al deporte, se dio el gusto de despuntar el vicio, siempre con algún compatriota. “Me ha quedado un poco el sabor amargo de no haber podido salir a pescar sobre hielo cuando jugaba en Toronto, Canadá, o en Moscú”.
Anécdotas, muchas. Recuerda Delfino: “Cuando jugaba en Reggio Calabria, siempre comíamos en un restaurante cerca del muelle frente a Sicilia; de ahí veíamos pescadores, y como no podíamos ir a pescar, con mi amigo Nico Granela pasábamos en coche volviendo a casa y le gritábamos ‘buona pesca’, que sería tipo ‘buena suerte’ o algo así para nosotros… pero que para ellos es como maldecir la pesca. Los tanos nos insultaban mal y hasta agarraban las cosas y se iban porque traía mala suerte”. También se divierte el “cabezón” (otro apodo del jugador) con la bronca que se agarró un alemán de 2,13 metros que jugó con él Italia, cuando junto con otros compañeros se le subieron al auto para que los lleve a pescar, pero sin ningún equipamiento. “Hasta el día de hoy me acuerdo del tipo que nos gritaba: “¿No anzuelo, no carnada? ¿Fishing? ¡Argentinean!”, se ríe.
Aunque da la impresión de que Delfino se lleva la pasión por la pesca en la valija, su lugar en el mundo está en el norte de Santa Fe, desde San Javier hasta el límite con Corrientes. “Siempre sobre el Paraná”, sentencia. De hecho, tiene una casa sobre la costa del río, en Puerto Ensayo, a 15 kilómetros de la capital entrerriana. “En poco tiempo será un polo turístico”, vaticina. Desde allí, sube su metro noventa y ocho a la embarcación, cada vez con más compañía. “Cuando arranco, arranco en banda, nunca menos de 6”, dice. Al principio, tenía una embarcación de 4,5 metros, pero quedó chica. Ahora, adquirió una de 6,40, apta para excursiones más numerosas. Excursiones, claro, donde el “factor Braccia” es clave. Las jornadas empiezan temprano, padre e hijo Delfino hacen escala obligada en la casa de la familia Braccia, sus compañeros de aventura. Los Braccia tienen una distribuidora de bebidas: “Ellos, además de venir con nosotros, ponen las reglas de la conservadora: si vamos a una competencia, sólo gaseosas, si vamos por más tiempo, no falta el Fernet”. Otros compañeros de aventura suelen ser sus amigos El Pato TV, a quienes, dice Delfino, les agradece “haber aprendido bastante”.
En el mundo del básquet y de la selección nacional, las actividades al aire libre rankean alto entre los pasatiempos. Seguramente cuando comiencen los entrenamientos bajo las órdenes de Sergio Hernández, la gira preparatoria y luego el Mundial, las anécdotas sobre caza y pesca estarán a la orden del día. Por ejemplo, las del pivote Román González, aunque para “el lancha” no resulten del todo verosímiles: “Los tiburones que dice sacar en el sur parece que los tiene en una pileta, porque van creciendo de peso y tamaño año a año cuando cuenta las mismas historias en el colectivo de la selección”. El buen clima en el grupo quizás sea uno de los secretos del éxito de esta camada, que logró el subcampeonato del mundo en Indianápolis 2002, la medalla de oro en Atenas 2004 y el bronce en Pekín 2008. Y que ahora va por más.
Mientras tanto, también recuerda Delfino que otro campeón olímpico en Atenas, como Alejandro Montecchia, ha sido un compañero recurrente de pesca por el mundo. “Es un fanático, compartí equipo con él en Italia y casi todas las noches arrancaba solo en su coche, con la caña, con destino al muelle de Regio Calabria. Lo he acompañado algunas veces y terminaba pescando pescaditos de colores.” Una imagen inolvidable viene a la cabeza del jugador de 27 años: “La postal de la isla de Sicilia enfrente y la tranquilidad de las noches son impagables”.
¿Qué es la pesca para vos?
Es sin dudas un paréntesis, un momento que me desenchufo y disfruto con mis amigos más cercanos de la naturaleza… Uno durante el año vive bastante arriba de aviones, viajando y pendiente de hoteles, celulares y computadoras… Ahí es todo lo contrario, estás más al natural, valorás otras cosas… Son momentos únicos y los aprovecho normalmente para plantearme mis objetivos, tanto de vida como deportivos… El estar solo, en silencio, son momentos de reflexión que uno aprovecha. Creo que he sacado mis mejores conclusiones solo, en una lancha con mi viejo hablando de amigo a amigo.
Imagino que tu calendario profesional debe ser muy complicado, entre la NBA y los compromisos de la selección. ¿Cómo le hacés un lugar a la pesca?
Es algo necesario en lo personal, es un cable a tierra. A veces uno aprovecha salidas de pesca para despuntar el vicio y al mismo tiempo para compartir con amigos. Por ejemplo, cuando hay parate en la NBA por el Juego de las Estrellas a mediados de febrero, aprovecho los cuatro días que nos dan y me voy a México, a un hotel de un amigo. Allí me encuentro con ex compañeros y aprovechamos la temporada de pez vela que es cerca de Cancún. Después durante el receso, o sea, entre junio y septiembre.
¿Cuál ha sido tu mejor performance en el agua?
Yo soy de navegar y pescar todo el día y al momento de pasar la noche lo hacemos en cabañas en la Isla, y ahí salen los cazadores. Por ahí también me engancho… pero me gusta estar fresco temprano para la pesca. En Concordia, he sacado dorados con los chicos de El Pato TV y en Cancún… Sólo es cuestión de estar en la temporada justa en el momento indicado… Se complica un poco por el tema del calendario pero uno siempre se hace un huequito.
¿Sos de pescar y devolver o de pescar y cocinar?
Ambas cosas, cuando salimos con amigos llevamos para pasar el primer día y después pescamos. Lo más rico que hay es la fritanga de amarillos que hace mi viejo en el medio de la isla. Pero soy de los que devuelve, foto mediante en lo posible. Sobre todo porque uno pesca más fuera de temporada. Creo que todos estamos mucho más conscientes en ese sentido. Cuando era chico, en la costanera de mi Santa Fe, se sacaban bichos grandes y ahora, entre redes, espineles y pesca indiscriminada sin respetar tamaños, han desaparecido y uno tiene que ir cada vez mas al norte a buscar ejemplares que antes abundaban… Es una señal de lo mal que nos comportamos todos.
¿Hay algo de la pesca que te sirva para el básquet?
Mirá, cuando salimos hacemos equipos y hasta en eso competimos. Y sí, la verdad es que llega un punto que se unen las cosas, porque uno se tiene que concentrar, estar tranquilo, buscar una buena táctica. Hay que saber cómo sale, con qué señuelo, con qué carnada y dónde… Así que uno siempre aplica cosas para estar tranquilo y llevarse la victoria… No festejo como un partido, pero volver después de una jornada de pesca gastando a mi viejo no tiene precio…
Habla “el lancha”
“Cuando hay un parate en la NBA, por el Juego de las Estrellas, por ejemplo, aprovecho los cuatro días que nos dan y me voy a México, al hotel de un amigo. Allí me encuentro con ex compañeros y aprovechamos la temporada de pez vela cerca de Cancún”
“Me ha quedado un poco el sabor amargo de no haber podido salir a pescar sobre hielo cuando jugaba en Toronto, Canadá, o en Moscú”
“Volver después de una jornada de pesca gastando a mi viejo no tiene precio”
Fanático
¿Cuánto te importa tener buenos equipos de pesca?
Me considero un fanático. Quiero todo. Tal vez no sepa usarlo, o lo use poco, pero soy calentón y quiero tener lo último. Cuando un amigo en el medio de la isla me saca una caña mejor que la mía o un señuelo de un color que no tengo, y saca, me vuelvo loco. Por suerte, paso bastante seguido por El Pájaro Loco en Santa Fe y compro casi todo ahí. Y también antes de irme de receso me llevo algunos rieles y accesorios desde Estados Unidos.
Hobbies de selección
Los integrantes de la “generación dorada” del básquet argentino comparten la pasión por la caza y la pesca. El alero Federico Kammerichs relativizó una vez con una broma en el diario La Nación las anécdotas de sus compañeros: “¿No sabés que los pescadores son todos mentirosos?”
Andrés Nocioni
Es un experimentado cazador. “He cazado búfalos, antílopes y ciervos, pero la pieza más importante que conseguí fue pescando. En el Caribe saqué un tarpón de 80 kilos. Un pez hermoso, plateado y con escamas. Me saqué una foto y lo tiré al agua de nuevo”, recordaba hace unos años. En su paso por Chicago, empezó a practicar caza con arco y flecha desde arriba de los árboles.
Román González
Tiene cuatro cabezas de tiburones disecadas y encuadradas que exhibe orgulloso en el quincho de su casa. Es de ir a pescar al sur, sobre todo a Puerto Madryn. Se jacta de haber sacado (¿Delfino tiene razón?) uno de 100 kilos. “Me guardo la cabeza de recuerdo y el resto lo dono a alguna casa de niños necesitados”, dijo alguna vez.
Luis Scola
Suele organizar viajes de pesca a Corrientes con su padre y su abuelo. Ha dicho: “Lo que más me agrada es compartir ese hermoso momento en familia, tranquilo, hablando de lo que se nos ocurra. Disfruto más la ceremonia de salir a pescar que de sacar un buen pez”.
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