El último proyecto del fotógrafo Nick Brandt
Por Nick Brandt y Catherine E. Shoichet.
6 de Noviembre. (CNN) — Akessa mira fijamente hacia delante con una expresión de feroz indignación.
La joven de 15 años está sentada en una silla desvencijada. Tiene las manos juntas sobre el regazo. Su falda blanca ondea ligeramente con lo que, a primera vista, se podría suponer que es el viento.
La escena parece casi normal hasta que se ven más detalles: el fondo es de un inquietante tono azul que no se vería en tierra. Miles de fragmentos rotos de coral cubren el suelo. Y un arrecife se cierne tras ella.
Aquí no sopla la brisa.
Esta chica y su mirada abrasadora están bajo el agua.
El impresionante retrato forma parte de una serie de imágenes de “SINK / RISE“, el último proyecto del fotógrafo Nick Brandt. Las fotos muestran a isleños del Pacífico Sur que están a punto de perder sus hogares, sus tierras y sus medios de subsistencia debido al cambio climático. Y a pesar de la dificultad de fotografiarlos en el fondo del océano, Brandt sabía que eso era lo que tenía que hacer.
El dramático y devastador impacto que tendrá el aumento del nivel del mar en las vidas de millones de personas puede ser difícil de ver y comprender en tiempo real, afirma. Así que a Brandt se le ocurrió una forma de mostrarlo simbólicamente.
“Alguien dijo que era bastante postapocalíptico. Y yo dije: ‘No, es preapocalíptico’. Porque a esta gente aún no le ha ocurrido”, dice Brandt.
Y eso, dice, es parte del punto.
Akessa y los demás habitantes de la costa de Fiyi que fotografió para este proyecto aún no han visto hundirse el mundo que conocen. Pero muchos de ellos sí lo verán, afirma, si el cambio climático continúa a su asombroso ritmo y el nivel de las aguas sigue subiendo.
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Las islas del Pacífico como estas solo contribuyen en un 0,03% a las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, afirma Brandt, pero de todos modos se enfrentan a la alarmante perspectiva de perderlo todo a causa del cambio climático.
“Son las más vulnerables a las consecuencias del mundo industrial”, afirma Brandt.
El fotógrafo se muestra reacio a atribuir un mensaje a su trabajo creativo. Sabe que los espectadores tendrán sus propias interpretaciones.
Pero espera que estas fotos, que retratan lo que teme que ocurra en el futuro, ayuden a otros a ver el devastador impacto de sus acciones en el presente.
La complicada sesión fotográfica duró semanas
Antes de embarcarse en este proyecto, Brandt dice que las únicas fotos submarinas que había hecho eran fotos en vacaciones de peces tropicales que le llamaban la atención.
Fotografiar a personas bajo el agua —y conseguir que se sientan a gusto y parezcan naturales a pesar de las extrañas circunstancias— es una empresa mucho más difícil. Pero Brandt sabía que si lo conseguía y era capaz de crear el concepto que había imaginado, las imágenes no se parecerían a nada que hubiera visto antes.
Convocó a unas 200 personas para 20 puestos en el reparto. Reclutó a instructores de submarinismo para garantizar la seguridad y ayudar con el entrenamiento. Estuvo esperando durante días, cuando la escorrentía fangosa de las lluvias torrenciales hacía que el agua de la costa de Fiyi estuviera tan turbia que era imposible hacer fotos.
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Cuando el agua se despejaba, Brandt contaba con un estrecho margen de tiempo para preparar y fotografiar una escena mientras la persona a la que fotografiaba se colocaba en posición, se quitaba el regulador que le suministraba oxígeno y contenía la respiración.
Al principio de las sesiones, que duraron seis semanas, Brandt dice que la mayoría de los modelos solo podían aguantar la respiración unos 15 segundos antes de tener que volver a conectarse al suministro de oxígeno subacuático y que tardaban casi 30 minutos en preparar cada toma. Al final, algunos aguantaban la respiración más de un minuto y preparar las tomas solo les llevaba uno o dos minutos.
“Llegar a ese punto fue muy, muy complicado”, dice Brandt.
Gran parte se redujo a la práctica. La buena comunicación también ayudó, dice Brandt. Para orientar a los modelos mientras los fotografiaba, Brandt y sus ayudantes utilizaban un sistema de comunicación por cable para transmitir la información hasta el barco. Desde allí, alguien la repetía en un altavoz que emitía bajo el agua.
Durante todo el rodaje, dice Brandt, sus modelos y el equipo de apoyo aportaron entusiasmo y dedicación al proyecto, lo que hizo que todo saliera bien incluso en los días más difíciles.
“Estuvieron increíbles. El reparto estaba tan comprometido, tan implicado, que incluso cuando terminábamos de fotografiarles y podían relajarse y volver al barco a charlar, básicamente volvían a sumergirse en el agua para ayudar”, dice.
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No se trataba de inmersiones en aguas profundas. Brandt afirma que la mayoría de las fotos se tomaron entre 2 y 4 metros por debajo de la superficie. Pero aun así había un riesgo muy real acechando tras la apariencia natural de esas escenas cotidianas que crearon juntos.
“Si subes a la superficie desde una profundidad de tan solo 2 metros después de haber aguantado la respiración, después de haber respirado a 2 metros, puedes dañarte los pulmones”, afirma Brandt.
Mirá la preparación en el siguiente video.
Impactos: 90