La ética cinegética
12 de Septiembre de 2023. Si la caza legal y bien regulada asiste a la conservación de las especies, cuál es entonces la razón por la que no quieren que se cace. Simplemente, porque no quieren que el hombre mate y que los animales mueran. Como si este hecho fuera antinatural, cuando la muerte forma parte del ciclo de la vida y en la naturaleza se da generalmente por la acción de una especie distinta a la de la víctima.
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Muchos afirman que el hombre no está en paridad de condiciones con sus presas, que el lance no es justo porque no corre riesgos. Lo justo dentro de la ética cinegética no es que el hombre corra más riesgos, sino que el animal tenga más chances.
En el reino animal la lucha entre especies raramente es pareja. Se trata de una relación entre predadores y predados, unos atacan y otros huyen. Así son las cosas en la naturaleza y esto es un hecho incuestionable.
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La contradicción esencial en los colectivos que pretenden prohibir la caza, emerge y se corporiza en el ciclo vital, por cuanto este debe ser aplicable a todo ser viviente.
Por lo tanto, el no matarás, es tan válido para los animales como los vegetales y si esto se aplicara a ultranza, todos los seres humanos desapareceríamos del planeta, ya que solo comerían los animales. A menos que encontremos una alternativa para alimentar sintéticamente y satisfacer la necesidad de subsistencia de 7,800 millones de personas.
Después de Bambi se produjo una progresiva “Disneyficación” de la naturaleza, donde los animales hablan con sorprendente sabiduría sobre el bien y el mal. Esto no ha hecho más que potenciar la emocionalidad y reducir la racionalidad en la postura de la sociedad. No queriendo escuchar – ni siquiera – ¿qué es lo más conveniente para las especies amenazadas?.
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El hombre urbano, sigue existiendo en medio de una lucha de conciencia entre su culpa por el impacto en el medio ambiente y su falta de voluntad para abandonar ciertos hábitos de confort conflictivos, todo eso cruzado por la presión de los medios que responden a distintos intereses.
El resultado no puede ser otro que una gran confusión, dentro de un entorno sensible y emocionalmente inestable donde resulta fácil levantar el dedo acusador contra el que no tiene voz en los medios o prefiere callar para evitar confontar.
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