Un buzo lo fotografió en el golfo San Matías
Se trata de una especie conocida sobre todo por “aparecer en los estómagos de otros animales, después no hay casi información, menos aún sobre su ecología”.
El buzo marisquero y fotógrafo submarino Gerardo “Tata” Aguayo logró captar al sur de Las Grutas imágenes de un raro pez cuya existencia era conocida en la región, pero no mucho más. Era imposible encontrarlo y la gran incógnita estaba en su técnica para no ser visto.
La especie se la conoce como Raneya. Es de cuerpo fino y alargado y llega a medir 20 centímetros, algo menos las hembras. Su secreto, ahora descubierto, es que tiene la habilidad de enterrarse en la arena con dos coletazos en un pestañeo.
Aguayo, oriundo de Puerto Madryn y radicado hace casi 15 años en el balneario rionegrino, fotografió ejemplares por primera vez en octubre del año pasado y, como hace con todo el material que logra bajo el agua, tanto fotos como videos, los comparte en sus redes sociales, creando una extraordinaria galería de la vida marina del golfo San Matías.
Pero esta vez la publicación tuvo un impacto mayúsculo en el universo científico de todo el país, porque fue un aporte elemental para revelar el poder de hacerse invisible que tiene el particular pez. Varios profesionales se contactaron con el buzo pidiendo más datos, como también le ofrecieron más información acerca de lo que se sabía hasta el momento.
Quienes festejaron con entusiasmo el hallazgo fueron los miembros del Proyecto Arrecife, con base en el Centro para el Estudio de los Sistemas Marinos (CESIMAR-CONICET) de Puerto Madryn. Destacaron que, gracias al aporte del buzo rionegrino, “pudimos atar cabos y contar algo de la Raneya”, y resaltaron que “las imágenes y observaciones de Tata no tienen desperdicio y son un gran aporte de conocimiento”.
En un posteo realizado en su sitio web proyectoarrecife.com.ar refirieron que la “Raneya brasiliensis”, conocida como Raneya (parte del nombre científico de la especie) en Argentina y Brasil o como “Banded cusk eel (Anguila de bandas)”, que pertenece a la familia del abadejo (Genypterus blacodes), conocido como congrio en Chile.
Detallan que es una especie conocida sobre todo por “aparecer en los estómagos de otros animales, después no hay casi información, menos aún sobre su ecología”. Puntualizan, en este sentido, que “es parte importante de la dieta de lobos marinos, aves buceadoras, rayas, tiburones y peces óseos como el lenguado y la merluza”.
Concluyeron que “todo indica que es una especie abundante y clave para la cadena alimenticia de nuestro mar”. En tanto resaltaron que hay escasos registros de barcos pesqueros que hayan capturado individuos en sus redes, lo que alimentaba aún más la incógnita.
Recordaron que Pedro Fiorda, marinero de Rawson, les indicó que los pocos logrados fueron en los últimos lances del día, al atardecer, por lo que suponen que tienen el hábito de salir de noche y permanecer durante el día ocultos en sus cuevas. “Este dato nos indica que podría existir algún factor de comportamiento a escala diaria”, precisaron, aunque aclararon que aún es materia de investigación para confirmarlo. Por eso le dan relevancia que le otorgan a la contribución de Aguayo.
Horas con el cuerpo en el fondo
“Para mi es algo habitual. No me doy cuenta cuando algunas de mis fotos o videos pueden tener valor científico”, admitió Aguayo en una entrevista con este diario.
Sus “safaris” fotográficos en las profundidades los realiza cuando se sumerge para extraer mariscos en el área ubicada entre Piedras Coloradas y el Fuerte Argentino. Baja siempre acompañado por su cámara, con la que obtiene las impactantes imágenes.
Por eso cuando notó que su descubrimiento había causado tanto furor, decidió hacer un seguimiento más estricto del extraño pez. Dedujo, por los primeros avistajes, que habitaba en zonas de suelo arenoso y -con mucha paciencia- montó guardias “cuerpo a tierra” en el fondo del mar hasta que logró las ansiadas imágenes.
Tomó secuencias del instante en que realiza los movimientos corporales para guarecerse, y también cuando uno de los ejemplares se desplazó de un lugar a otro. Así pudo determinar que se trata de animales extremadamente “tímidos” que desaparecen en la arena ni bien sienten una amenaza.
“Dan dos o tres coletazos y se sepultan inmediatamente. Ahora ya sé que se los puede encontrar en los sectores que tiene tipo médanos. Están ahí en sus cuevas y prestando atención les puede ver los ojos”, explicó.
El pescador intentó seducirlos para que salieran dejando cebos en la puerta de sus guaridas, pero no caen en la tentación. Presume que salen al exterior para alimentarse cuando no advierten peligros.
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