El fin de la pesca deportiva en Colombia
Por Luis Guillermo Vélez Cabrera para el Diario La República.
4 de mayo de 2022. La decisión de la Corte Constitucional de prohibir la pesca deportiva entrará con honores al panteón de los fallos absurdos. Nuestro país, quizás, sea el único del planeta que ha tomado una decisión de este estilo para darle gusto a la horda animalista.
Claro, vedas de pesca y prohibiciones localizadas han existido en todo el planeta y deben existir. Usualmente se prohíbe pescar en las reservas marítimas o extraer ciertas especies. Hay, inclusive, un movimiento internacional para crear santuarios donde se puedan reproducir las especies y asegurar la sostenibilidad del recurso. Y cosas por estilo.
Pero una prohibición a rajatabla de la pesca deportiva puede ser la decisión más estúpida que ha tomado un tribunal constitucional en la historia reciente. Es en verdad risible. Fuera de los promotores de la acción constitucional, que deben ser -como han sido hasta ahora- hípsters wannabe del Parkway, no hay nadie con un tris de sensatez que considere que la decisión como tal -y las razones de la misma- sean acertadas.
El comunicado de prensa que anuncia la decisión es un sartal de contradicciones conceptuales que parece escrito por un estudiante de cuarto semestre que confundió la gimnasia con la magnesia. “Si bien no existe consenso acerca de si los peces son seres sintientes lo cierto -dice la pieza comunicativa de la Corte- es que en virtud del principio de precaución […] cuando existen elementos que preliminarmente permiten evidenciar el riesgo de que se produzca un daño al ambiente producido por una actividad determinada, resulta necesaria la intervención del Estado a efectos de evitar la degradación del medio ambiente”.
Traducido al español, la Corte lo que nos quiere decir es que, como no sabemos si los peces pueden sufrir, para proteger el medio ambiente hay que prohibir la pesca deportiva. O sea, hay que vender el sofá para evitar la infidelidad de la señora. Porque la posible sintiencia de los peces -sobre la cual no existe la más mínima evidencia científica- nada tiene que ver con la protección del medio ambiente. La posible afectación al medio ambiente se da por la pesca comercial y la pesca artesanal, prácticas que no quedaron prohibidas constitucionalmente. Piense en las mallas, en la dinamita y en las redes de arrastre que acaban con lo que sea, sintiente o no. En cambio, los pescadores deportivos que casi siempre pescan con la modalidad de “captura y liberación”, es decir sueltan vivos los peces capturados, quedan proscritos. En conclusión, la Corte dice que para proteger a los peces hay que matarlos y fritarlos.
Este absurdo ambiental, que riñe contra de décadas de concientización sobre la pesca sostenible, es a lo que se llega cuando se les paran demasiadas bolas a los animalistas desbocados. Estos, primero fueron por la caza deportiva, pero a nadie le importó porque no eran cazadores, luego fueron por la pesca deportiva, pero como casi nadie pesca deportivamente tampoco importó; ahora vendrán por las hamburguesas, el pollo asado y el sushi, pero ya será demasiado tarde.
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