El fanatismo por el kayak revive en una movida grupal.
Alrededor del amor por la naturaleza y el placer de remar se ha venido consolidando en la Región una propuesta espontánea que cada domingo reúne en Río Santiago a un centenar de kayakistas.
Cuando hace unos veranos Matías Flaque resolvió comprarse un kayak un poco por curiosidad no imaginó el efecto contagio que iba a desatar su decisión. Entusiasmado con la idea de salir a remar juntos, un amigo suyo se compró también un kayak; y a partir de él lo hicieron otros amigos más. En un par de semanas ya eran una docena los que se habían sumado a la propuesta y desde entonces el grupo no ha parado de crecer.
Impulsor de Kayak Platense, una movida que llega a reunir cada domingo a más de un centenar de kayakistas, Matías reconoce que no tenía ninguna experiencia náutica cuando arrancó a remar hace cuatro años atrás. Tanto es así que en su primera salida por Río Santiago se olvidó de llevar agua y volvió esa tarde medio deshidratado, pero sobre todo sorprendido por la belleza del lugar.
Fue precisamente esa sorpresa suya la que de algún modo generó lo que iba a venir después. “El paisaje de las islas me impresionó tanto que publiqué las fotos en mi Facebook y de pronto empezó a contactarme gente interesada en sumarse a las salidas. Cuando nos dimos cuenta éramos un montón”, explica Matías, quien decidió entonces abrir otra página exclusiva para promocionar las salidas grupales sin otro interés que compartir la experiencia.
“Hoy en día tenemos unos 3.500 contactos y somos entre 60 y 110 personas por salida. Lo que generalmente hacemos es juntarnos los domingos temprano en un camping que está en la Isla Santiago y desde ahí damos una vuelta por los canales de la Isla Paulino o bien por el arroyo Doña Flora y la zona del Club Regatas. Puede venir cualquiera que tenga una embarcación a remo y no cobramos nada: lo hacemos simplemente por el placer de compartir”, cuenta Matías.
Más allá de sus salidas domingueras, que sólo interrumpe durante el mes de julio, el grupo suele organizar también excursiones a lagunas y playas cercanas. El fin de semana pasado, por ejemplo, realizó una travesía entre las lagunas Chis Chis y Las Tablillas, en el partido de Lezama, y tiene previsto ir también a Ranchos, Monte y Punta Indio a lo largo de este año.
“El paisaje de las islas me impresionó tanto que publiqué las fotos en mi Facebook y de pronto empezó a contactarme gente interesada en sumarse a las salidas. Cuando nos dimos cuenta éramos un montón”
“Se formó un grupo muy unido y solidario -cuenta Matías-. Cuando organizamos alguna excursión se comparten los gastos, las comidas y hasta los autos. Y lo mismo en los paseos de los domingos. La gente hace tortas o lleva facturas y siempre hacemos una parada de cuarenta minutos para compartir unos mates en una ronda de kayaks en el agua”.
En ese espíritu relajado reside en gran medida el éxito de convocatoria que ha tenido la propuesta, según entiende su impulsor. “Creo que la mayoría de los que vienen se termina enganchando no sólo porque encuentra una calidad de gente excepcional sino porque tratamos de que no sea una actividad restrictiva ni competitiva. No somos un grupo de entrenamiento: queremos que la gente venga a disfrutar de la naturaleza, no a sufrir. De hecho, salimos todos juntos y tratamos de ir al mismo ritmo para que nadie se aleje demasiado”.
Pero además de irrestricta y distendida, la propuesta de Kayak Platense tiene un fuerte componente ambiental. Antes de cada salida los organizadores les recuerdan a los integrantes del grupo que deben guardar cada uno de los residuos que generan para evitar tirarlos en el río, y cada tanto se reúnen para realizar jornadas de limpieza en algún arroyo de la Región.
El grupo es de lo más diverso: la mayoría de sus integrantes tiene entre 25 y 65 años y en un 40% son mujeres, algo infrecuente para una actividad náutica. Por lo demás, “hay desde laburantes hasta profesionales destacados, pero la verdad es que la mayoría no sabe qué hace o a qué se dedican los otros, nadie habla de trabajo”, cuenta Matías.
De alguna forma, el hecho de que sea una actividad relativamente accesible (un kayak usado se consigue por unos 1.900 pesos) y que plantea un fuerte contacto con la naturaleza tiende a igualar las vivencias: “A nadie se le ocurre hablar de trabajo porque para muchos de nosotros -dice Matías- las salidas al río son una forma de olvidarse un rato de la realidad cotidiana y dejar a un lado el estrés”.
Fuente: Diario El Día de La Plata – 31 de marzo
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