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Un nuevo estudio revela no solo las diferencias de mordedura entre unas especies y otras, sino también cómo utilizan sus colmillos, su veneno y su agilidad para estremecer a sus víctimas.
31 de octubre de 2025. De entre todas las mordidas del mundo animal, quizá la más sorprendente —y temida— sea la de la serpiente. Precisamente, el éxito evolutivo de estos reptiles ha estado estrechamente ligado a sus sofisticadas estrategias de caza, en las que la mordida juega un papel crucial. Sin embargo, aunque el interés científico por desentrañar los secretos detrás de este mecanismo ha sido constante, durante mucho tiempo la tecnología no permitió captarlo con la precisión necesaria. Hasta ahora.
Los avances en cámaras de alta velocidad y técnicas de análisis biomecánico han facilitado que un grupo de investigadores de la Universidad de Monash (Australia) publique el estudio más exhaustivo hasta la fecha sobre cómo las serpientes llevan a cabo su ataque fulminante. Si antes las investigaciones no recogían información sobre múltiples especies y presentaban materiales de baja resolución, ahora este equipo ha logrado documentar en vídeo a 36 especies —pertenecientes a las tres principales familias de serpientes venenosas: víboras, elápidas y colúbridos— en plena acción.
Los resultados revelan no solo las diferencias de mordedura entre unas especies y otras, sino también cómo utilizan sus colmillos, su veneno y su agilidad para estremecer a sus víctimas. “Ahora podemos mostrar cómo usan estas armas mortales en un abrir y cerrar de ojos”, destacó Alistair Evans, coautor del estudio, en The Conversation.
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Víboras, elápidas y colúbridos: las claves de sus mordidas
Hasta el momento, los estudios sobre las mordeduras de serpientes habían llegado a conclusiones limitadas: por ejemplo, solo se habían registrado imágenes y vídeos en el campo, lo que no permitía un análisis exhaustivo del ataque, y además, las investigaciones se habían centrado en especies concretas, sin realizar una comparativa entre varias de ellas. Esto es precisamente lo que Evans y su equipo han querido solventar.
Secuencia 1: ataque a máxima velocidad de Deinagkistrodon acutus (1000 fotogramas por segundo), completado en 0,11 segundos. Secuencia 2: ataque de la serpiente al 3 % de velocidad (30 fotogramas por segundo).
El trabajo se llevó a cabo en las instalaciones de Venomworld, en París, un laboratorio que se encarga de recolectar y analizar veneno de serpientes para crear antivenenos con fines farmacéuticos. Allí, construyeron una arena experimental donde colocaron a los distintos ejemplares. Entre ellos se encontraban serpientes de cascabel occidentales, víboras de nariz roma y víboras de la muerte de escamas rugosas.
Ante cada una de ellas, los investigadores presentaron su cebo: “un trozo cilíndrico de gel médico, calentado a 38 grados para que se pareciera a una presa para aquellos que pueden detectar el calor“, explicó Evans. Y lo que sucedió después quedó magistralmente registrado en las cámaras de alta velocidad. Además de en las posteriores recreaciones 3D, que permitieron ver en detalle los ángulos y las aperturas de sus mandíbulas, entre otros aspectos de la mordida.
Ejemplo de un ataque de alimentación de una víbora, donde el veneno gotea del colmillo antes de que este penetre en el gel. Grabado a 1000 fotogramas por segundo y reproducido a 30 fotogramas por segundo (3 % de velocidad).
La mordida más rápida
La principal conclusión del estudio es que no todas las serpientes atacan de la misma manera. De hecho, sus técnicas varían tanto como sus colmillos.
Las víboras son verdaderas velocistas. Se lanzan sobre su presa a más de 4,5 metros por segundo y clavan sus colmillos como agujas en una presa simulada. A veces, ajustan el ángulo de ataque, retirando y reinsertando los colmillos hasta encontrar la posición perfecta. Y entonces es cuando cierran sus mandíbulas e inyectan el veneno. Pero quizás lo más sorprendente de esta familia es que el 84% de las víbora estudiadas lograron golpear en menos de 90 milisegundos, más rápido que el tiempo de reacción de muchos mamíferos asustados.
En cuanto a las elápidas, estas se acercan lentamente, se abalanzan sobre sus presas y las muerden varias veces. O sea, ejecutan la mordida de manera más prolongada, liberando el veneno con una calma estremecedora. Pero eso no les impide ser efectivas en la caza.
Las colúbridas tienen los colmillos más atrás que otras familias, lo que les obliga a “coger carrerilla”, en palabras sencillas, desde más lejos. Cuando por fin atrapan a su presa, la retienen entre sus dientes y la agitan de lado a lado, para maximizar la inyección del veneno.
Por Constanza V. Paura – NATGEO
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