Mucho más que un lugar para esquiar
En invierno, el Cerro La Hoya con sus pistas de esquí acapara la atención, pero en los alrededores de Trevelin también existen propuestas imperdibles para vivir experiencias en la nieve.
En la Patagonia, las estaciones del año están muy bien definidas y cada una tiene su propio encanto. Si los ríos y los lagos marcan la pauta en el verano; si los bosques teñidos de ocre mandan en otoño; el invierno es el momento de las laderas nevadas.
Y si algo tenemos de sobra en esta región, son montañas para salir a disfrutar. Desde las pistas del Centro de Actividades de Montaña La Hoya hasta las caminatas y cabalgatas en Sierra Colorada, la alternativas son variadas, pero todas valen la pena ser vividas.
Sierra Colorada
A solo 18 kilómetros de Trevelin, Sierra Colorada es una comunidad ancestral mapuche tehuelche que ha hecho del turismo una actividad de todo el año. Las cabalgatas guiadas por miembros de la comunidad son un clásico durante todo el año, pero en el invierno se complementan con nuevas actividades. La sierra suele recibir gran cantidad de nieve, lo que permite ofrecer un espacio recreativo para deslizarse con trineos o caminar con raquetas. Hay circuitos como el de El Quemado o las lagunas Las Mellizas que se pueden realizar con guía o habiendo solicitado autorización previa a la comunidad.
Es un espacio perfecto para las caminatas con raquetas y para el esquí de travesía. En esta temporada, además, se suma al menú de alternativas actividades con trineos artesanales fabricados en maderas nativas del bosque andino patagónico.
Asimismo, las cabalgatas no se detienen en el invierno y es posible combinarlas con las demás actividades. Al finalizar cada excursión, el Centro Comunitario es el lugar perfecto para compartir mates, tortas fritas y tortillas al rescoldo, ideales para recuperar energías. E incluso, si se organiza previamente, para compartir un plato de un buen guiso patagónico.
Trekking invernal
Alrededor de Trevelin, en las áreas naturales como el Lago Baguilt o cerca del Parque Nacional Los Alerces, los cerros se cubren de nieve; los bosques cambian de aspecto, pero no dejan de recibir visitantes. Claro está que para encarar excursiones con raquetas o esquíes de travesía es necesario tener experiencia o bien contratar los servicios de guías de montaña locales que conocen estos senderos y las complejidades del invierno.
Uno de los lugares ideales es Monte Bianco, un centro invernal ubicado junto al paraje de Alto Río Percy que cuenta con un medio de elevación, pero sobre todo con un área boscosa perfecta para encarar salidas con raquetas. Para visitar Monte Bianco, se puede contactar con las agencias locales que comercializan el servicio.
Con la compañía adecuada, los paisajes nevados se revelan fantásticos y las excursiones inolvidables.
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.Manuel antonio orue
TREVELLIN, lugar paradisíaco que llevo en el corazón y mi razón desde 1976, cuando por primera vez pude recorrer sus caminos en mis vacaciones invernales por ser docente.
Todo el periplo realizado en un citröen 14 HP con equipo 500 partiendo desde Punta Alta -lugar donde viví casi 50 años de mi vida- tomando la ruta 3 hasta cerca de Bahía Blanca (la conocida “y”) para continuar por la 22 pasando por médanos. gaviotas, la bajada de La Adela, Río Colorado, Choele Choel (60 km. antes se nos rompió el cigüeñal y previo desarme en la estación de servicios del A.C.A. recibimos por Transp. colectivo los repuestos)
Fueron 4 días maravillosos que pasamos con mi esposa en la casa de unos vecinos que nos auxiliaron generosamente hasta que pude armar de vuelta el motor colocándolo en su lugar trabajando en el garage.
Chimpay, Villa Regina, Neuquén, ruta de El Chocón, Piedra del Águila, Confluencia, Bariloche.
Por camino de tierra Mascardi, Veranadas, Cañadón de La Mosca (por arriba, no estaba aún el trazado nuevo) El Bolsón, Puelo y Cholila, el Hoyo de Epuiyén y sus 21 km. de empalme a la 40, Leleque, nuevamente asfalto cerca del aeródromo de Esquel, arribando a la localidad de Trevellin. Desde El Chocón bajo condiciones climáticas adversas con tormenta y nevadas intermitentes. Luego regresar a Esquel para pasar la noche porque estaba cortada la subida por el camino vecinal y al otro día llegar a la Estancia AMANCAY conde nos esperaba una familia amiga.
¡Qué maravilloso paisaje! las vistas del bosque subandino, el cruce de los arroyos por el recorrido de la laguna Terraplén. el guiso patagónico con carne de borrego recién carneado y pernoctar en una cabaña digna de Disney.
Luego completar el regreso por el camino del río Chubut pasando muy cerca de Gualjaina (donde mi suegro y hermano junto a otros albañiles construyeron la escuela para los lugareños generalmente tehuelches), Pampa de Agnia, Los Altares, Las Plumas, el dique Florentino Ameghino, Gaimán, Dolavon, Trelew, empalme a ruta 3, Puerto Madryn, Sierra Grande, Las Grutas, San Antonio Oeste, Viedma, el cruce del Negro, Carmen de Patagones, Stroeder, Villalonga, Pedro Luro, Mayor Buratovich, Ombucta, Hilario Ascasubi y otra vez la “Y” pero ahora de regreso siguiendo por la ruta 3 hasta Bahía Blanca y terminar el viaje en Punta Alta, fin de vacaciones y ¡al trabajo de vuelta!
A mis casi 72 años y casi 49 de matrimonio tengo perfectamente presentes los momentos y las innumerables anécdotas que nos tocó vivir con mi señora con 3 añitos de casados y mi hijo mayor Jorge de 2 cumplidos en marzo, yo 26 y ella 19 de edad.
El camionero que nos acercó remolcándonos hasta Choele (la lanza del camión era casi más pesada que el citröen), la cola de vehículos en la subida al cerro después de veranadas(que dicho sea de paso era el campo de Torrontegui, tío de un maestro compañero de trabajo mío) por el reciente corte de la ruta por tormenta, la “píña” que se pegó el renault 12 azul Francia contra la pared de la montaña, el accidente de los Gendarmes en la curva a 90° de la cumbre del cañadón de la mosca, la familia del rambler 660 equipado con cadenas -con el mío los únicos 2 vehículos que pudieron pasar ese día hasta el bolsón- los churrascos cocinados en el calentador a garrafita a la vera del camino mientras charlábamos con una señora de evidente descendencia galesa que gentilmente detuvo su camioneta por si necesitábamos algo, el cruce el cruce del arroyo por las piedras y su corriente(me tuve que descalzar para no mojar las botas y me c…… de frío en los pies) cerca de Cushamen, lugar del asentamiento mapuche eternizado por el libro “memorias de un maestro patagónico” del bahiense José Luis Rippa
El cruce de los 21 km. del empalme a la ruta 40 que venía de El Maitén cubierto con casi medio metro de nieve donde el citröen se recibió de bote alternativo (no se veía e trazado así que encaramos a campo traviesa hasta unas máquinas viales que estaban a lo lejos mejorando donde se juntaban ambos), el zorro colorado cruzando delante nuestro de los que nunca más pude observar uno, y la perdurable espontánea y hermosa relación surgida con las familias de Choele y Don Jorge Mariezcurrena, su señora e hijo Luis, puesteros de la estancia Amancay, a quienes llevo siempre en mis recuerdos.
Al sereno de la estación de servicios de Madryn, que como llegamos de madrugada y estaba todo cerrado (era una promesa futura de ciudad turística como es hoy, pero en ese entonces muy chiquita y con las estructuras de ALUAR cercanas al final de la construcción) nos permitió guarecernos de los más de 8° C bajo cero en el local donde se hacía el mantenimiento de los vehículos.
Absolutamente a todo y a todos, nuestro más grande agradecimiento por las vivencias y las atenciones recibidas. Imborrables momentos que nos acompañarán hasta el fin de nuestros días, y que personalmente me encargo de transmitir a mis hijos y nietos, aunque a veces me sienta un abuelo medio cargoso y fabulero ¡pero fue verdad lo sucedido aunque hoy resulte un poco difícil de entender para los jóvenes! y lo más importante como cantó un tal Lerner. TODO A PULMÓN. Evidentemente era otro país.