Siempre el agua estuvo en mi vida.
El famoso periodista de Policiales, nacido en Gualeguay, ama el río y la pesca deportiva, así como el remo y los buenos asados en familia que, si son en la isla, mucho mejor. Una charla a fondo sobre sus pasiones outdoor y, aunque duela, el delito en Argentina. Por Wilmar Merino
Si hiciéramos “el expediente” de Paulo Kablan no podríamos soslayar algunos datos fundamentales sobre su vida y personalidad: nació hace 49 años en Gualeguay, Entre Ríos, en el marco de una numerosa familia de 8 hermanos, criados cerca del río. Hincha de River fanático, de hablar pausado, cuenta los más cruentos casos policiales como si fueran “un cuento”, acentuando en las pausas de su hablar gualeyo, el suspenso necesario que funciona como gancho para esperar la frase que sigue. Esa didáctica le viene del periodismo gráfico: trabajó muchos años en el diario El Día y en El Plata, así como en Diario Popular.
“Mi ADN es de periodista gráfico” dirá en la charla, pero trata de que esos relatos de lo más siniestro de la sociedad no contaminen su vida personal ni la de sus seres queridos. Familiero, amante del teatro, el remo y la pesca compartida con afectos, tendrá un 2020 con mucha televisión, radio, teatro y… acaso ese libro que tiene escrito y aún no vio la luz. En una mañana compartida en la Asociación Argentina de Pesca, entre bogas, bagres, algún dorado perdido y buenos mates, Kablan hizo un alto en su nutrida agenda y conversó con Aire Libre.
-Hablame de tu infancia en Gualeguay
– La que fue y sigue siendo mi casa hasta el día de hoy, en Gualeguay, está a 4 cuadras del río. Y jugar al fútbol en el parque al lado del agua o pescar una mojarrita o unos bagres, es algo que hago desde que tengo uso de razón. Siempre el agua estuvo en mi vida. Soy el segundo de 8 hermanos: somos 4 varones y 4 mujeres. Mi mamá era docente y mi viejo comerciante libanés. Él era un tipo al que le gustaba la pesca. En realidad, todo el barrio iba a pescar al tener el río al lado, así que siempre me atrajo mucho la pesca y el río. Cada uno tiene su lugar, el río es el mío; mi paisaje. Voy a Puerto Ruiz que está a 5 km y tengo familiares allí, por parte de mi mujer. Tuve una infancia muy vinculada al río.
-¿Esas aventuras de infancia incluían la caza?
– Cazar no tanto, pero siempre que íbamos de pesca una semana, que era una semana al lado del río con mis amigos y siempre había alguien que llevaba alguna escopeta para cazar y algo cazaba. No soy un fanático de la caza pero eso fue parte de mi vida.
-Igual que el camping…
-¡Sí! Eran mis vacaciones en Gualeguay. Con 8 hermanos no había plata para ir a otro lado así que nos pasábamos en carpa una semana en la isla. Mis vacaciones eran fogones, carpas, pescar y a veces cazar.
¿Llegaste a tener embarcación propia?
– La náutica siempre me gustó pero no tuve la oportunidad de tener lancha, aunque uno de mis hermanos sí así que salgo con él. Sí tuve canoa a remo para ir a pescar a la isla. Íbamos a la boca del Gualeguay, donde había mucha hacienda para engorde que se transportaba en barcaza, y nos llevaban a mi grupo de amigos en la barcaza, nos tiraban allí y nos buscaban en una semana en medio de la isla. Tengo recuerdos maravillosos. No había celular, no había nada… había que estar una semana hasta que te volvían a buscar.
-¿Heredaste tu pasión por la pesca a alguno de tus hijos?
– Tengo cuatro hijos y uno de ellos me salió muy pescador. Facundo es el que sabe y yo aprendo de él. Yo soy más básico pero él tiene toda la técnica y los equipos. Lo llevaba de chiquito y se empezó a embalar y ahora voy con él a pescar en el río Gualeguay o el Paraná. Ahora tenemos una casita en Mar del Tuyú y nos embalamos con la pesca de mar, que incluye otras posibilidades como la de llevar la pesca a la mesa, creerte cocinero jeje.. ¡Es un plan integral!. Y además es otra cosa estar con las patitas en el agua y pescar allí. Son dos planes distintos el del río y el del mar pero me gustan ambos.
-¿Soñás con pescar alguna especie en particular?
– Un marlín en el Pacífico te diría que es muy de película. Me quedo con algo más económico y posible que es sacar un surubí de 50 kilos, hacerme una foto y devolverlo. Esa cosa que termina siendo histórica, de no poder levantarlo, me encanta… pero después devolverlo.
-¿Te preocupa lo que pasa con el río, la merma de especies?
-Me preocupa y me enoja. Uno ve que con tan poco se puede hacer mucho y no se hace y eso es gravísimo. Yo recuerdo grandes pescas a metros de mi casa que ya no existen. El cuidado del río ha sido y es una materia pendiente en mi provincia como en tantos otros lugares. Hay cada vez más pescadores artesanales sacando peces, que no es culpa de ellos porque es su medio de vida y no tiene otra alternativa que tirar mallones. Habría que reconvertirlos en guías de pesca, o darle otras alternativas como ser cuidadores del río. El río debe cuidarse muchísimo.
-Pero en cambio, exportamos pescado.
– No sabía ni quiero saberlo…el sábalo es el alimento de otros pescados. Yo recuerdo haber hecho un informe hace 20 años de que sacaban sábalos en Berisso y Ensenada que entraban en un circuito de exportación al exterior, y otros los transformaban en atún. Tengo entendido que no hay forma de detectar qué especie es el pescado una vez que está procesado. Así que, al parecer, esos sábalos eran procesados y vendidos como otra cosa. Y encima generas un daño en el río espantoso.
-¿Practicaste deportes extremos alguna vez?
– Me caracterizo por ser un gran cobarde para esos menesteres. Pero sí me gusta mucho remar, salir en una canoa islera o un kayak y remar. Los deportes extremos, no. Será porque no los practiqué de joven y de viejo te entran todos los temores.
-¿Sos un pescador social o solitario?
– Más bien social, me gusta la familia, los amigos, el asado, la pesca es un programa integral, y lo que pesquemos es anecdótico. Voy casi todos los meses, aunque sea un día. Gualeguay es mi lugar, ahí tengo mi equipo de río. También tengo mi equipo de pesca de mar en Mar del Tuyu. Y siempre cuento con un par de cañitas en mi casa de Buenos Aires por las dudas.
-¿Cuál es tu especie favorita?
-El surubí. Es bellísimo, el rey de los peces. La tararira y el dorado son muy divertidos, pero el rey del río es el surubí.
-¿Cuál fue tu pescado record?
– Un surubí de unos 10 kilos. Lamentablemente no es una especie tan fácil ahora. Esa pesca fue de hace muchos años.
-¿Pescaste alguna vez con algún famoso?
-Sí, con mi colega Mauro Szeta, que no tiene ni idea de pesca. Lo llevé a Gualeguay, nos hospedamos en una cabaña en el río, prácticamente en el agua, que tiene un muellecito. Y le enseñe a pescar. Es medio lento para la pesca, pero tiene futuro de pescador, tiene algunos problemas técnicos que se pueden ir mejorando, le veo futuro (ríe).
– ¿Consumís medios especializados de pesca?
-No es porque estés delante, pero sí veo mucho tu programa porque me gustan las historias de pesca, lo que vas encontrando por el camino y que va más allá de la pesca.
-¿Crees que en el panorama de medios faltan espacios para hablar de la naturaleza y sus problemáticas?
-Sí, la gente tiene que saber que el río Paraná tiene cada vez menos peces, que hay desmontes, etc. Hay que poner programas de pesca que no son solo de pesca, sino que hablan de lo que hay que cuidar, y hay que saber comunicar con compromiso.
-Como ex cronista de policiales sé de lo duro que es hacer una tarea en donde uno ve cosas atroces… por lo menos a mí me afectaba particularmente. ¿Creés que la pesca te da un pequeño reposo mental frente a esa actividad que para vos es cotidiana pero llena de historias duras?
-Te da un reposo a la vida, a la rutina de la vida y al estrés en general. En mi caso yo hago policiales pero lo que hago es contar un cuento, una historia. No me genera un drama personal porque sinó hubiera dejado de hacer policiales hace rato. El trabajo en los medios, como tantos otros trabajos, es un trabajo estresante. Y el hecho de estar en el río, pescando, compartiendo momentos en la vida, haciendo un asadito, mirando el agua, lo tomo como un gran cable a tierra. En ese momento no pensás en otra cosa y no importa si sale o no sale, el beneficio ya lo tenés.
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La marginalidad es la que está en relación con el delito, no la pobreza
Por lo general nuestros entrevistados rehuyen hablar de armas, por lo que agradecemos contar con un especialista en casos policiales que tiene opiniones formadas respecto a lo que ocurre en nuestro país con el panorama delictivo y las armas ilegales.
-En Argentina hay muchos casos policiales que ganan la tapa de los diarios y en ellos se ve mucha arma ilegal involucrada. ¿Es tan fácil conseguir un arma para un delincuente?
-Armas siempre va a haber cuando los controles no son los correctos. Hay muchas armas usadas para el delito y para la caza ilegal, esto lo sabe la gente de campo y los que están en la preservación de especies. Hay muchas armas que han quedado en hogares por una cuestión tradicional y no tienen ningún tipo de uso, pero si caen en manos inadecuadas entran en un circuito ilegal. Si es así, podés entregarlas al Estado, hay sistemas para eso.
– En los casos de cubrís ¿Ves armamento moderno o de vieja data?
-En la mayoría es armamento viejo, reciclado, son las armas que fueron quedando en distintos organismos, o armas viejas robadas.
-¿Por qué es tan laxo el sistema judicial argentino en soltar a delincuentes que normalmente caen en nuevos delitos y se descubre que ya había usado armas en delitos violentos?
-Por un lado porque la ley lo permite, y porque no hay un seguimiento o tratamiento de las personas que son judicializadas, Eso es lo que más falla, ese es el gran problema más allá de los años que esté preso. El tipo entra por algo chiquito por primera vez y después va escalando, va creciendo en sus delitos. El porqué de la inseguridad es donde tenemos el gran problema.
-¿Somos una sociedad violenta?
-Ha ido creciendo la violencia ciudadana. Ha ido cambiando la sociedad, hemos tenido etapas muy violentas. La historia criminal argentina asiste una etapa donde ha crecido la violencia ciudadana pero sin alcanzar los índices delictivos de otros países. El índice delictivo argentino es menor al de Estados Unidos, pero sí ha crecido la violencia urbana en los últimos 30 o 40 años.
– ¿Hay un correlato entre aumento de pobreza y delito o no necesariamente?
– No para nada, pobreza no, marginalidad sí. En la marginalidad tiene mucho impacto la educación, no el bolsillo. La marginalidad es la que tiene relación con el delito, no la pobreza.
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