Por los Caminos del vino… en Córdoba!
Desde hace milenios que la fermentación del jugo de uva, consecuencia de la acción de las levaduras presentes en el hollejo de la fruta, viene ofreciendo deleite al alma. El vino surgió un poco de casualidad hacia el 3.000 a.C. en la antigua Mesopotamia. Siguiendo el derrotero de la humanidad, siguió dejando su huella y gusto por Egipto, Grecia y Roma. Ya en la Edad Media, se mudó a los conventos cristianos y las cortes de reyes, convirtiéndose en un preciado bien.
Con América descubierta, los españoles cargaron, en cada barco que zarpaba, racimos de diferentes cepas. Ya en pleno siglo XX, surgen las grandes bodegas nacionales y hoy, la industria vitivinícola expande sus ramas a lo largo y ancho de nuestro país.
Fue en Córdoba donde se gestó la primera bodega de nuestro país, en la Estancia Jesuítica de Jesús María, cuya producción llegó hasta la misma corte real en España. Pasó el tiempo y a través de los años, con un gran impulso en los últimos tiempos, se ha ido acrecentando la oferta de bodegas y fincas. Hoy el cultivo de la vid dice presente y ofrece varietales de gran calidad y diversidad. Los productores locales han logrado con mucho tesón posicionar a la provincia de Córdoba como un destino ineludible en el mapa de los Caminos del Vino de la Argentina. La región Norte y los valles de Calamuchita y Traslasierra se han convertido en zona fértil para el asentamiento de diversos emprendimientos enológicos.
El norte cordobés deslumbra con el paso de la historia. Al llegar a Caroya, la que fuera durante el siglo XX, la única bodega industrial de la provincia sorprende con su majestuosa fachada que simboliza el esfuerzo de los inmigrantes: La Caroyense.
Hoy el presente y el futuro de la industria vitivinícola se dan la mano en Terra Camiare, excelente lugar para visitar, degustar, almorzar. Rumbo al norte, siguiendo el ripio del Antiguo Camino Real es posible llegarse hasta Ischilín, detenido en el siglo XVIII y la bodega Jairalla Oller, que allí comenzó hace algunos años, hoy productora de excelentes Cabernet Sauvignon y Merlots. Tan increíble es el paisaje que es posible sentirse, vivirse dentro de la pintura de Fernando Fader. Pegadita a San Pedro Norte, Del Gredal sorprende con los excelentes resultados de sus vinos en pocos años.
Hacia el sur de la ciudad capital, el Valle de Calamuchita se abre generoso. Allí, los murales que la naturaleza nos regala con los viñedos acompasados sobre los faldeos de las sierras son maravillas ahí nomás, al costado del asfalto. Sobre la ruta 5 se encuentran Finca Vista Grande y Famiglia Furfaro. Cada una con su identidad y enfoque particulares.
Trepando hacia Cumbrecita, a mano derecha, una postal que pareciera mendocina, pero es bien cordobesa, deja entrever el gran emprendimiento enológico de Finca Athos. Del otro lado, en Traslasierra florece una incipiente y artesanal industria vinera. Son varios los emprendimientos que comienzan a dar sus frutos, más que nada en la zona de San Javier. Se pueden hacer visitas de un día o más, visitando: Viarago, Las Breas, San Ramom, Araoz de Lamadrid, Noble San Javier, La Matilde y otros.
Córdoba, a no dudarlo, bien puede ser el marco perfecto para que el alma agradezca a Baco por el espíritu del vino.
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