Viaje al corazón de un gigante
Seis kilómetros al este de la turística Ruta 14 y diez kilómetros al norte de la balnearia ciudad de Colón, la localidad que rodea a este complejo fabril porta memoriosa el nombre de Pueblo Liebig. Se puede llegar cómodamente y en pocos minutos, por una ruta recientemente pavimentada. Cuenta con no más de 800 habitantes y se reinventa para vivir del turismo y del rescate intangible de la historia de este gigante industrial que llegó a vivir en plenitud, con luces y sombras, hasta entrados los años ’80 del pasado siglo.
Dándole identidad a Pueblo Liebig como sitio turístico histórico, en el corazón del pueblo se erige como escultura evocativa, una gigante lata de carne en conserva con la inscripción en inglés “corned beef”, semejante a la famosa lata de tomates Campbell’s que pintara Andy Warhol.
Mediante un reciente decreto, la Presidencia de la Nación declaró Bien de Interés Industrial Nacional a la planta urbana de Pueblo Liebig, la fábrica, las viviendas, plazas, corralones, capilla, escuela, centro cívico, bomba de agua y muelles. Es la Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos quien cuenta con 180 días para gestionar con autoridades locales y provinciales, la elaboración de una normativa que regule “modificaciones edilicias, altura máxima de las edificaciones, tratamiento de fachadas y de los espacios libres, subdivisiones parcelarias y ocupación del suelo del sitio declarado”.
Actualmente, la excursión a Pueblo Liebig es una de las predilectas para los visitantes que llegan a Colón. Del costado de la avenida en el que tradicionalmente habitaban los obreros y sus familias, actualmente hay un centro de interpretación y un pequeño museo. Cerca, la tradicional biblioteca y una escuela. Del otro lado, próximo a los chalets del personal jerárquico, está el Club de Pescadores, institución señera de la comunidad. También hay una visitada gruta de Santa Rita, figura que genera una importante devoción en la región. Junto a los restos de la fábrica, sobre la costa, hay también un muelle de pasajeros y un parador.
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Además, en este lugar, hay también una presencia que parece convivir con las 800 personas que a diario lo caminan y sostienen. Una historia que parece no querer desaparecer y que perdura en las fachadas, en las conversaciones, en las fotos, en los relatos que se abren a los visitantes como testimonio vivo de un pasado industrial pujante que pervive como halo intangible.
A sabiendas de esto, tanto la tradicional escuela primaria como la secundaria orientan su currícula hacia el desarrollo de un perfil turístico de la comunidad, con el rescate histórico y patrimonial como premisa principal; y formando un todo con el centro de interpretación que reproduce en gran tamaño, un importante archivo fotográfico.
Aromas entrerrianos se mezclan en el aire de Puerto Liebig: entre los frutos de las palmeras yatay y el río Uruguay, fluyen las brisas que perfuman el entorno con la exquisita cocina litoraleña a base de pescado fresco, que se amalgama con la repostería galesa, tradición incorporada a partir de las recetas que llegaron acompañando a la fábrica.
Esta excursión al pasado es recomendada hacerla con el acompañamiento de un guía especializado que puede contratarse en Colón, y así no perderse nada de este testimonio viviente de Puerto Liebig.
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Mónica masot
al lado del monumento al corned beef pusieron uno a las madres de plaza mayo… no había otro lugar en todo el pueblo????????????……